lunes, 26 de mayo de 2014

3º Parte. La investigación de los pensamientos



Los pensamientos crean al pensador.
Sin pensamientos no puede existir el pensador, del mismo modo que el bosque no puede existir sin arboles. Normalmente creemos que somos el pensador, el Yo, el que crea los pensamientos. Pero esto no es correcto, como ya hemos visto antes, pensar es tan solo una función corporal. Los animales también tienen la función pensar, cuando observo a mi perra, ella piensa y toma decisiones, es cierto que sus acciones son muy básicas y limitadas, por su cerebro condicionado y la mayoría de las veces ella solamente está reaccionando.
Cuando nos identificamos sólo con la mente, nuestras acciones son también muy básicas y limitadas, normalmente solo reaccionamos. La diferencia entre mi perra y yo, es que ella no es consciente de este proceso y no ha creado al pensador.
Saltamos de un pensamiento a otro, por muy importantes que aparentemente sean, sin darnos cuenta de quien está pensando y lo condicionados que estamos por ellos. Creemos que somos nosotros quienes piensan, pero esto no es así, los pensamientos son la consecuencia de una cadena infinita de reacciones condicionadas e inconscientes que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida. El hecho de pensar de esta forma no es un proceso creativo y consciente para crear una realidad, que es su verdadera función, sino que hemos hecho de ello un proceso automático y mecánico.
El pensador es la imagen de nosotros mismos, que hemos creado con los pensamientos, y que erróneamente es tomada por nuestro autentico Ser. De esta confusión nace la identidad de un Yo separado en el tiempo, que llamamos el pensador.
La identidad del pensador, el Yo.
El gran malentendido es, creer que somos nuestros pensamientos y definir nuestra identidad basándonos en ellos. Reducimos nuestra existencia a un pensamiento, y nos identificamos con el, creando de esta forma el Yo (el ego) y este crea el falso Yo, que es la idea y decimos, soy padre o madre, estoy feliz, soy una persona melancólica, alocada, tímida....etc.
Todo esto son solamente conceptos que describen diferentes estados personales y temporales. Tienen su valor en el contexto de determinadas situaciones que no tratamos de negar, ya que son
abstracciones útiles para manejar la realidad.
Lo importante es ser conscientes de que solo son una minúscula parte de nosotros, nuestra autentica identidad es infinitamente más grande. Si solo fuésemos tal o cual profesión o estado anímico ¿quien seríamos cuando dejásemos de serlo?, si digo que soy una persona triste y depresiva, ¿dejaré de ser la persona que soy cuando consiga ser feliz?, ¿no es más bien que estamos tristes del mismo modo que podemos estar resfriados? Y no por eso somos el refriado o tenemos una profesión pero no somos la profesión.
Todas estas facetas con las que el Yo se siente identificado e importante, no dejan de ser herramientas y circunstancias temporales con las que vivimos en la creencia de que solo somos eso.
Normalmente estamos plenamente identificados con la identidad del pensador: la persona. La palabra persona tiene su origen en la palabra etrusca phersu “máscara” y más tarde se convierte en la palabra latina persona “la máscara del actor” que describe magníficamente la actuación del Yo. Todos los problemas y todo sufrimiento nacen de la interpretación equivocada al pensar que la “máscara” es nuestro verdadero y auténtico Ser.
Si yo me identifico solamente con Karsten Ramser, es decir, con la imagen que he creado y que tengo de mi mismo, me limitaría a una colección de pensamientos, recuerdos, experiencias y proyecciones. Cuando me reduzco al concepto Karsten Ramser, estoy excluyendo el resto de todos los procesos físicos y mentales que también son parte de mí, del mismo modo que en el concepto Karsten Ramser tampoco incluye como trabaja y funciona mi cerebro, ni las conexiones y relaciones que tengo con todo el universo.
En realidad el concepto Karsten Ramser no tiene base real, es pura ilusión, una simple abstracción de la realidad multidimensional, una simple imagen.
El origen de todos los problemas deriva de la profunda convicción de creer que solo somos la imagen que hemos creado. Mientras continuemos engañándonos de esta forma y nos neguemos a ver la realidad tal como es, seguiremos enredados en nuestras proyecciones mentales, pensamientos y sentimientos confusos, sin encontrar paz, ni solución para los problemas de nuestro tiempo.
Cuando el punto de partida es erróneo, difícilmente se puede actuar correctamente.
Por este motivo el Budismo dice; “No yo, no problema”.
En esta confusión se nos escapa lo más obvio, ¿Quién reconoce todo esto?.
¿Quién es consciente de los pensamientos?.

El camino sabio. 


Sabiduría & Conocimiento de Uno Mismo

Todo lo que es...es el Ser
No somos lo que vemos.
¿Si soy mis pensamientos y sentimientos, cómo es que puedo reconocerlos?
Está claro que solo podemos presenciar algo que no somos. Si caminamos por un jardín, solo podemos hacerlo porque no somos el jardín. Del mismo modo que un cuchillo no puede cortarse a sí mismo, nosotros no podemos ser los pensamientos o sentimientos que experimentamos.
Pero si no somos el pensador, si no somos la persona, si no somos los sentimientos o pensamientos que tenemos, ¿entonces quien somos?.
Somos el que los reconoce.
El Yo, es una herramienta magnifica que nos ayuda en el manejo de asuntos prácticos, nos puede facilitar confort y una buena organización, pero del mismo modo que un martillo es muy útil para clavar un clavo, y totalmente inútil para untar mantequilla en el pan, el Yo es totalmente inútil cuando queremos experimentar y profundizar nuestra existencia.

Karsten Ramser 





No hay comentarios:

Publicar un comentario