domingo, 18 de mayo de 2014

2ª Parte. La investigación de los pensamientos. Karsten Ramser




Inconsciencia es la conceptualización de la realidad
La mayoría de las personas no viven la realidad, sino la proyección mental que han hecho de ella. Por lo general cuando dos personas se encuentran, se encuentran, por lo menos, cuatro conceptos mentales. Tenemos un concepto de nosotros mismos (incluso varios) e igualmente tenemos un concepto de la persona con la que nos encontramos y esta persona a su vez, responde igualmente a su vez según sus conceptos mentales. Al producirse el encuentro, se intercambian información y experiencias por ambas partes. Cuando los conceptos coinciden se genera una sensación de entendimiento agradable, y cuando no es así, no es necesaria mucha fantasía para imaginar lo que sucede. Muchas veces entramos en conflicto con las personas que amamos, porque creemos saber lo que está bien para ellos y lo que no, e incluso entramos en conflicto con nosotros mismos, cuando nos enfrentamos con diferentes tipos de conceptos internos.
Por lo general, no nos amamos a nosotros mismos ni a los demás, lo que amamos es la idea que hemos creado. A este nivel de conciencia o mejor de nuestra inconsciencia, somos esclavos de nuestros deseos, es decir, de “como debe o no ser la realidad”. Tapamos este maravilloso mundo, con nuestros conceptos, y somos incapaces de ver su belleza.
La realidad es, que no tenemos ni idea de quienes somos y de que es la realidad. Si lo supiésemos, no habría conflicto, y ni caeríamos en la confusión de reducir nuestra existencia a un simple concepto mental.
Nos hemos convertido a nosotros mismos en prisioneros de nuestro mundo mental, viviendo con la esperanza de que las cosas, de una u otra forma, irán bien, y cuando esto no es así sufrimos. Nos perdemos en el mar de las circunstancias y creamos el correspondiente concepto de víctima. Viviendo de este modo, los conflictos, las crisis y las guerras son inevitables.
Reconocer esta confusión, nos da la gran oportunidad de cambiar. De este modo podemos transformar el tremendo paquete de negatividad, en crecimiento espiritual.
Para esto es de esencial importancia que comprendamos cual es la función "pensar".
Mientras creamos que somos nosotros quienes piensan, se nos escapa por completo el hecho de que pensar es simplemente una de las muchas funciones corporales que tenemos. 
Pensar es una función corporal.
Pensar es una función corporal como la respiración o la digestión. No pensamos, del mismos modo que no respiramos, sino más bien se piensa.
Los pensamientos vienen y van, así de simple, no tenemos que hacer nada, ellos vendrán de todos modos. Todos lo sabemos, nos levantamos por la mañana y ya tenemos pensamientos dando vueltas en la cabeza. Esto naturalmente, no significa que estemos a merced de ellos, del mismo modo que no estamos a merced de la respiración.
Se trata de desarrollar la forma correcta de pensar, aprender a pensar conscientemente.
Cuando nuestra forma de pensar independientemente de las circunstancias, genera equilibrio y paz, estamos pensando correctamente, así de simple.
Mientras no nos cuestionemos nuestra manera de pensar y no la investiguemos para averiguar que hay una verdad en ella, seremos utilizados por los pensamientos en vez de utilizarlos.
Es aconsejable no tomar los pensamientos como algo personal, algo “mío”, porque no lo son, aunque “el pensador” nos quiera convencer de lo contrario, declarándolo realidad.

Extracto del libro “El camino sabio”.
Karsten Ramser



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