sábado, 25 de abril de 2015

DE REGRESO A CASA.....DESCIFRANDO LA ALEGRÍA..... WALTER RISO



DESCIFRANDO LA ALEGRÍA
Nunca nos hemos detenido a pensar para qué sirve o para qué existe la alegría. Conocemos al dedillo sus titulares, pero no hemos captado el significado profundo que la caracteriza. y no me refiero a
racionalizar la increíble vivencia que ella ofrece, sino a establecer un mayor contacto para disfrutarla en abundancia. La alegría es la emoción primaria más importante, no solamente por los efectos
benéficos que produce, sino porque muchas de sus características parecen ser típicamente humanas.

Es posible que se trate de una emoción biológica mitad hombre y mitad bestia, un ascenso en la escala evolutiva y un desprendimiento progresista respecto al simple placer sensorial: la primera en su género. La alegría integra lo primitivo, pero lo supera.
El origen evolutivo de la alegría parece estar en la sonrisa y en el efecto agradable que produce el intercambio de la misma entre madre-hijo. Los bebés responden espontáneamente con alegría ante la sonrisa porque les da seguridad y bienestar. Con el paso del tiempo, la expresión facial adquiere una mayor complejidad y aparece la risa, y si la persona es de buenas, el humor. Mientras la risa es la explosión cruda, en vivo y en directo de la activación subterránea de la alegría, el humor la involucra de una manera más sutil y ponderada. Tal como decía Gibrán: "El sentido del humor es el sentido de la proporción".

La alegría saca a relucir lo mejor de nosotros. Ella destapa la parte buena e indica el camino que deberíamos estar transitando si la humanidad no hubiera desviado su rumbo. La alegría es un destello
espiritual, un señalamiento, y un delicioso jalón de orejas que el universo nos hace para que no olvidemos quiénes somos: "Obsérvate. Ésta es tu verdadera humanidad. Ésto es lo que eres. Tenlo presente".
Las investigaciones sobre el tema muestran que los sujetos alegres sufren cambios realmente dramáticos, tanto en su fisiología como en sus esquemas psicológicos.
Durante unos momentos, a veces horas, y casi nunca días, se activa un singular poder y vigor, que no es la fuerza de la ira, sino la del amor y la sabiduría. Una forma de iluminación primitiva que potencia lo mejor de cada uno y nos reestructura y equilibra internamente. La mente y el cuerpo comienzan a trabajar coordinadamente y toda la energía disponible del organismo comienza a fluir de una manera suave y continua. Cuando las personas están alegres, incrementan la confianza en sí mismos (auto-eficacia), ven la vida como magnífica y significante (sentido de vida), sienten que son más amables y queribles (amor), desarrollan una mayor capacidad de apreciar y saborear el mundo (hedonismo), se vuelven más buenas y bondadosas (compasión) y adquieren una consciencia de unidad, similar en algunos aspectos a las experiencias místicas. Lo que posiblemente no lograríamos ni con años de paciente y riguroso entrenamiento en algún olvidado monasterio tibetano, la naturaleza nos lo regala al instante, gratis y con todo incluido.
La enfermedad biológica de la alegría, es decir, cuando existe alguna alteración bioquímica de la misma, se la denomina manía y debe ser tratada.

Pero su principal función está relacionada con la salud. La alegría es la sanación natural que el universo ofrece a manos llenas. Ella pone a funcionar nuestra farmacia interior y facilita la recuperación de los períodos de estrés y enfermedad. El efecto curativo de las emociones positivas, no solamente de la alegría sino también del amor, el interés, la sorpresa y la curiosidad, ha quedado documentado en infinidad de casos. Uno de los más resonados es el de Norman Cousins, quien logró salir adelante de una grave enfermedad viendo todos los días películas cómicas en el hospital. Como decía Watley, "la alegría es cosa seria".
Una mujer de 35 años que asistía a nuestro centro psicológico debido a una depresión ocasionada por la imposibilidad de tener hijos, llegó un día a la consulta con la terrible noticia de que se le había diagnosticado un melanoma avanzado. Como era obvio, la terapia dio un giro y se orientó a brindarle ayuda para enfrentar el cáncer terminal. Lo sorprendente ocurrió cuando al mes de haberse presentado estos hechos, la paciente descubrió que llevaba dos meses de embarazo. La inesperada noticia produjo un impacto abrumador, tanto en el cuerpo de terapistas como en su familia.

Tantos años tratando de estar encinta, y cuando por fin se logró la meta, aparecía un cáncer devastador que arrasaría con dos vidas. No obstante y pese a todo, ella comenzó a preparar el ajuar del bebé como si nada hubiera ocurrido. Inexplicable y repentinamente, su estado de ánimo había mejorado, estaba más activa, animada y contenta que nunca. Pues, contra todos los presagios negativos de los exámenes, la incredulidad de los especialistas, oncólogo y psicólogos incluidos, y el escepticismo de su esposo, la señora sobrevivió. En la actualidad, ella y su hijo de 12 años gozan de excelente salud. Cuando en una ocasión se le preguntó cómo se sentía después de haber ganado semejante batalla, contestó: "No sé...

Estaba tan feliz de haber quedado embarazada... Creo que no libré ninguna batalla... Yo no luché...
Solamente me sentía la mujer más dichosa del mundo... Dios me mandó el bebé y no podía defraudarlo". Este relato, más allá de la espectacularidad que suele acompañar los casos de recuperación espontánea, enseña algo muy bello y sencillo: la alegría y el amor van de la mano. La alegría, es la risa de Dios.
Cuando dejamos que las emociones positivas sigan su curso normal sin poner barreras mentales, empezamos a descubrir que todo el universo es alegre y divertido. Aprendemos que las turbulencias energéticas y el aparente caos imperante, no son otra cosa que los jirones de un cosmos danzante y muerto de la risa que cada día se descubre a sí mismo y se asombra de estar vivo. Las doctrinas tántricas sostienen que la realidad, tal cual la percibimos, oculta un gran chiste cósmico. El maestro budista Chogyam Trungpa en relación a las ilusiones que crea el yo, afirma:

“No existimos a causa de nuestra existencia. Y el mundo existe a causa de nuestra inexistencia. Nosotros no existimos, por consiguiente el mundo existe. Tras todo ello se oculta un gran chiste, un chiste enorme. Cabe que nos preguntemos: ¿Quién nos está tomando el pelo?" Según él, la única manera de salir de la confusión de estar vivos es el humor. La alegría es la manera simpática en que la vida manifiesta su fuerza afirmativa.

DE REGRESO A CASA.

WALTER RISO


2 comentarios:

  1. Maravilla de las maravillas,te superas con cada entreda.Divina María, hoy me has llenado la tarde de alegría.GRACIAS y BESOS.

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  2. Gracias a ti, a ustedes siempre que llenáis mi vida precisamente de alegría y de luz.
    Un abrazo muy fuerte Cristina, fuerza y ya verás como tu mamá está de vuelta pronto en casa.
    Gracias por todo y mucha luz.

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