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. La curación de la familia.
Afirmación:
«Todos formamos parte de la familia del amor».
Yo
pienso que así como los hijos escogen a sus padres, los padres
también escogen a sus hijos. Los hijos son grandes maestros y
grandes portadores de dones. Vida tras vida volvemos para aumentar
nuestra educación y nuestro crecimiento espiritual. Interaccionamos
con las mismas almas una y otra vez. En cada vida desarrollamos un
nuevo aspecto de nuestro crecimiento. Cuando en una vida queda algo
inconcluso, habrá un intento para completarlo en otra.
De
modo que hay interesantes preguntas que formular: ¿Cuáles fueron
las opciones que hicimos antes de esta encarnación actual? ¿Por qué
esa persona escoge a esos padres? ¿Por qué esos padres, en el plano
cósmico, optan por la experiencia de tener ese hijo? ¿Cuál es la
lección que todos ellos han venido a aprender?
¿Cómo
manejamos la culpa de rechazar a un hijo porque «no es como
nosotros» o tiene una enfermedad que nos asusta? ¿Por qué cerramos
nuestro corazón? ¿Qué daño conlleva esta actitud para los
rechazados y para los que rechazan? ¿Cuáles serán sus pautas y
lecciones en sus siguientes vidas?
Es
fácil rechazar aquello que tememos. Con frecuencia huimos de lo que
tenemos que aprender, aun cuando en lo más profundo de nuestro
interior sabemos
que volveremos a encontrarlo nuevamente. Nublamos nuestra conciencia
con preguntas como: «¿Qué pensarán los demás?»,
«¿Me
rechazarán si proclamo mi amor por un hijo que es diferente?»,
«¿Pongo mis valores en las apariencias externas en lugar de hacerlo
en los seres que amo?», «¿Dónde están mis prioridades, y con
respecto a quién?».
No
hay respuestas correctas ni equivocadas a estas preguntas. La senda
es individual. Algunos hemos venido a experimentar rechazo, o dolor,
o soledad, o enfermedad. Todas son oportunidades para amar y para
avanzar espiritualmente. No creo que necesitemos quedarnos estancados
en ninguna de nuestras elecciones negativas. Somos capaces de seguir
el mensaje de nuestro corazón y de trascender cualquier experiencia
negativa que tengamos.
La
comprensión de nuestra elección.
Yo
creo que nosotros escogemos a nuestro padres. Cada uno de nosotros
decide encarnarse en este planeta en un momento particular del tiempo
y en un lugar preciso del espacio. Hemos elegido venir aquí a
aprender una lección especial que nos hará avanzar en nuestra senda
evolutiva espiritual. Escogemos nuestro sexo, el color de nuestra
piel, nuestro país, y luego miramos a nuestro alrededor en busca de
los padres que reflejen la pauta en la que queremos trabajar en esta
vida. Los escogimos porque eran perfectos para nosotros. Ellos son la
pareja perfecta de «expertos» en lo que hemos elegido aprender. Las
lecciones que hemos venido a aprender calzan perfectamente con las
«debilidades» de nuestros padres. Sí, escogiste los padres
correctos; si no, no estarías aquí ahora.
Si
realmente hubieras cometido un error en la elección de padres,
habrías dejado el planeta muy pronto. Pienso que esa es la causa de
que nazcan niños muertos o de que mueran cuando son bebés. Esas son
maneras fáciles de dejar el planeta. O bien la entidad vino
demasiado pronto para la lección que tenias que aprender o se
equivocó en la elección de sus padres.
Adquirimos
nuestro sistema de creencias cuando somos muy pequeño y luego nos
movemos por la vida creando experiencias que encajen con nuestra
creencias. Mira hacia atrás en tu vida y verás cuán a menudo has
pasado por las mismas experiencias. Ahora bien, yo creo que te has
creado esas experiencias una y otra vez porque reflejan alguna
creencia que tienes de ti. En realidad no importa durante cuánto
tiempo hayamos tenido algún problema, ni lo grande que sea, ni cómo
nos ha tratado la vida. Has de saber que cualquier situación
negativa que haya existido en el pasado puede cambiarse ahora.
Antes
de venir a este planeta, escogemos la lección en la que vamos a
trabajar. De todos modos, sea cual fuere nuestra forma de enfocarlo,
el tema es siempre el amor: cuánto podemos amarnos a nosotros
mismos, a pesar de todo lo que hayamos hecho en nuestra vida. Y antes
de venir, creo que lo primero que hacemos después de elegir nuestra
lección, es escoger nuestra sexualidad. ¿Qué sexualidad vamos a
tener esta vez? ¿Elijo ser mujer porque eso me proporcionará
determinadas experiencias, o escojo ser hombre porque son
experiencias de otro tipo lo que necesito esta vez?
¿Elijo
ser heterosexual por la clase de experiencias que me ofrece, o escojo
ser homosexual porque necesito experiencias totalmente diferentes? Y
luego, creo que escogemos el color de nuestra piel. ¿De qué raza
voy a ser esta vez? Porque según el color que elijamos tener nos
encontraremos con diferentes experiencias. Y luego decidimos en qué
lugar del planeta vamos a nacer. También tendremos experiencias
diferentes según el lugar que escojamos. Si nacemos en África, esto
significa un conjunto de circunstancias enteramente distintas de las
que nos encontraremos si nacemos en Australia, Alaska, Liverpool o
Los Ángeles. Todas son circunstancias diferentes con distintos
problemas que enfrentar.
Y
una vez que tenemos todo esto, miramos a nuestro alrededor con mucha
atención en busca de la perfecta pareja de padres que reflejen lo
que venimos a aprender. Sé que muchos de nosotros, cuando crecemos,
miramos a nuestros padres y decimos: «Bueno, vosotros me hicisteis
así.
La
culpa es vuestra». Pero yo creo que los escogimos porque eran
perfectos para lo que queríamos aprender en esta vida. Y ellos nos
eligieron a nosotros por la misma razón.
¿Cuán
dispuestos estamos a amar? ¿Cuán dispuestos estamos a ser fieles a
nuestra naturaleza? ¿Y a amarnos y apreciarnos a nosotros mismos?
Todas las cosas que experimentamos son medios para nuestro
crecimiento espiritual. El prejuicio es tan ridículo... Nuestras
experiencias no son ni buenas ni malas, son las experiencias que
nuestra alma escogió.
Y
nos enfadamos cuando alguien nos dice que elegimos a nuestros padres.
«¿Quién, yo? Yo no los habría escogido por padres.» Lo sé
porque he pasado por lo mismo. Pero creo que si uno se hubiera
equivocado con sus padres, habría abandonado esta vida muy pronto.
Desde luego, antes de cumplir un año, y tal vez a las pocas horas de
nacer.
Si uno ha llegado hasta este momento, hoy, aquí, es que los
padres que tiene son perfectos para lo que ha venido a hacer en esta
vida. Y sea lo que sea aquello en lo que hemos de trabajar, lo
haremos con ellos.
Louise
Hay
Amar
sin condiciones
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