Los
dos mundos
El
ser humano vive en dos mundos: el mundo de los pensamientos, las
ideas, conceptos, símbolos, problemas, sufrimientos, felicidad
superficial... en definitiva, un mundo irreal puesto que es
imaginado; y por otro lado, el mundo real, el de los hechos, la
experiencia, la vida, la conciencia.
El
problema consiste en que no sabemos diferenciar entre ambos, pensamos
que nuestro pequeño mundo mental es el mundo real, olvidamos por
completo los hechos y de este modo nace el sufrimiento y los
problemas.
Utilizamos
el mundo real para justificar nuestra forma de pensar. Hemos creado
un mundo imaginario que no tiene sentido sin nuestras etiquetas
mentales. En este nivel de la conciencia o más bien inconsciencia,
la vida por si misma no nos es suficiente, aún más la hemos
convertido y reducido a un problema que nos empeñamos en resolver.
La
gran mayoría de nosotros vivimos en los pensamientos (identificados
con ellos) y no en la realidad. Casi constantemente estamos
proyectando algo diferente, algo mejor que esta vida que vivimos
ahora o peor teniendo miedo sobre que puede pasar. Naturalmente este
juego-mental también funciona con el
pasado.
Estamos
tan convencidos de que nuestros pensamientos son la realidad que
hacemos guerras externas e internas para resolver “el problema de
la vida”.
A
lo largo de la historia de la humanidad hemos desarrollado la
profunda creencia de que el sufrimiento es parte de la naturaleza
humana y con esta forma de pensar es mas que obvio que el asunto no
tiene arreglo. En el mejor de los casos, podemos encontrar alivio,
pero la mayoría de las veces ni eso, porque nuestra
forma de afrontar el sufrimiento y los problemas es luchar,
resistencia y rechazo, es decir actuamos y pensamos con la certeza de
que vía el sufrimiento podremos eliminarlo. Este es el motivo por el
que se hacen guerras para conseguir la paz,luchamos
con las personas que amamos y nos castigamos a nosotros mismos.
Cualquier buen terapeuta sabe que el mero reconocimiento del
sufrimiento tal como es, transforma gran parte de dicho sufrimiento
en aprendizaje y comprensión de los hechos.
Estamos
tan convencidos de que el sufrimiento es necesario, que juzgamos y
declaramos insensibles, frías e inhumanas a las personas que no
sufren (no se identifican) ante determinadas circunstancias. La
locura es, que somos incapaces de ver e imaginar un mundo sin
sufrimiento, lo vemos tan imposible, que nos cuesta plantearnos la
pregunta... ¿Como sería un mundo sin sufrimiento? ¿Quién sería
yo sin el sufrimiento?
Lo
que tenemos que hacer, es investigar nuestra forma de pensar, porque
solo a través de la investigación se nos revelará la inutilidad
del sufrimiento, y que la única función que tiene, es la de
indicarnos lo apegados que estamos a nuestros pensamientos. El
sufrimiento nos abre la puerta a la comprensión de que, mientras
estemos apegados a nuestros pensamientos (y sus respectivos
sentimientos) nuestra vida se convertirá en un continuo drama y
viviremos llenos de preocupaciones.
La
cuestión es, si tenemos el valor de encontrar nuestras propias
respuestas o queremos seguir con viejas e inútiles pautas aprendidas
a lo largo de nuestra vida que solo reflejan la inconsciencia del
ser humano.
Hemos
de hacernos la pregunta, de en cual de los dos mundos queremos vivir,
en un mundo imaginario lleno de sufrimiento y problemas o en el mundo
real donde comprendemos el milagro de la vida.
Hemos
sufrido lo suficiente o queremos seguir encontrando razones y excusas
que justifiquen nuestro sufrimiento y una vida desgraciada.
Decidas
lo que decidas todo es perfecto, pero si quieres investigar y
comprobar lo que dicen y han experimentado los sabios de todos los
tiempos, debes investigar
tus pensamientos.
En
el proceso de la investigación, la mente se vuelve joven y volvemos
a la sencillez.
Aprendemos que, lo que cuenta no son nuestras historias positivas o negativas, sino que lo realmente importante es la vida y el milagro que sucede cuando con la ausencia del sufrimiento, la alegría del Ser nace por si misma.
Lo único que tenemos que hacer es estar ahí y nada más.
Se consciente
Karsten
Ramser
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