domingo, 13 de noviembre de 2016

Texto tomado de: EL YOGA DE JESUS De Paramahansa Yogananda


La conciencia de una hormiga se limita a las sensaciones que experimenta en su pequeño cuerpo. La conciencia de un elefante abarca por completo su imponente figura: si diez personas tocaran diez partes diferentes del cuerpo voluminoso animal, éste percibiría simultáneamente las sensaciones provenientes de cada uno de esos puntos. La Conciencia Crística se extiende hasta los confines de todas las regiones vibratorias. 
La totalidad de la creación vibratoria es una exteriorización del Espíritu. El Espíritu Omnipresente se halla escondido en la materia vibratoria, del mismo modo que el aceite está oculto dentro de la aceituna. Al prensar el fruto, aparecen en la superficie minúsculas gotas de aceite; de igual manera, el Espíritu, manifestado individualmente en cada alma, emerge de la materia en forma gradual mediante el proceso de evolución. El Espíritu se expresa en los minerales y las piedras preciosas como belleza y fuerza química y magnética; en las plantas, como belleza y vitalidad; en los animales, como belleza, vida, poder, movimiento y conciencia; en el hombre, como entendimiento y poder en expansión; y en el superhombre, el Espíritu retorna a la Omnipresencia. 
En cada fase evolutiva, por consiguiente, el espíritu se expresa en mayor medida. El animal se ha liberado de la inercia de los minerales y de la fijeza de las plantas, para experimentar, por medio del movimiento y de la conciencia de los sentidos, una porción aún mayor de la creación de Dios. El hombre, gracias a su capacidad de autoconciencia, puede además comprender los pensamientos de sus semejantes y proyectar la mente sensorial – al menos mediante el poder de la imaginación – hacia el espacio tachonado de estrellas.
El superhombre expande su energía vital y su conciencia desde el cuerpo hasta abarcar el espacio entero, y siente como parte de su propio ser la presencia de todos los universos del vasto cosmos, así como también cada minúsculo átomo de la tierra. En el superhombre se recupera la omnipresencia perdida del Espíritu, que se hallaba implícita en el alma como Espíritu individualizado. 
La conciencia de Jesús traspasó los límites de su cuerpo hasta abarcar toda la creación finita que se encuentre en la región vibratoria de lo manifestado: la esfera del tiempo y espacio que incluye los universos planetarios, las estrellas, la Vía Láctea y la familia de nuestro pequeño sistema solar, del cual forma parte la Tierra, donde el cuerpo de Jesús era tan sólo una partícula. Jesús el hombre – un diminuto punto sobre la Tierra – se convirtió en Jesús el Cristo, cuya conciencia, unida a la Conciencia era omnipresente.
Texto tomado de:
EL YOGA DE JESUS 
De Paramahansa Yogananda

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