UNIDAD
La consciencia plena nos
identifica radicalmente con la Unidad. Comprendemos, interiorizamos y
vivimos que todo es suma de partes y forma parte de una suma
superior, aunque cada parte es, a su vez, el Todo. Así de grandiosa
es la Unidad divina.
Cada componente del organismo
humano es un Universo dentro de un cuerpo, que es otro Universo
dentro de un planeta (Tierra), que es otro Universo dentro de un
sistema solar (Ors), que es otro Universo dentro de una galaxia (Vía
Láctea), que es otro Universo dentro de un Universo, el conocido por
la ciencia y por nuestros sentidos físicos, que es una de las muchas
dimensiones del polifacético y multidimensional Omniverso. Y todo es
Uno, siendo el Amor Incondicional, como constataremos en la Parte
Tercera del texto, la fuerza infinita que vivifica, unifica y hace
posible este colosal milagro cosmogónico. El Amor es la energía,
vibración pura, que fluye por doquier y de la que surgen todas las
demás modalidades energéticas. El Amor ensambla, aglutina y permite
el desarrollo de la Creación a través de la expansión de la
consciencia, de modo que el aumento del grado de consciencia de
cualquiera de las partes conlleva la expansión de la consciencia de
la Unidad.
En este prodigioso marco, cada ser
humano es un Universo dentro de otros muchos Universos. Cada hombre y
mujer es uno de los infinitos vórtices (núcleos, células, centros)
de energía sostenidos en la Creación. Un vórtice de 112 energía
de Amor y vibratoria en el que se cumple la regla sagrada: es suma de
partes y forma parte, a su vez, de una suma superior, aunque cada
parte es, a su vez, el Todo. Por tanto, cada ser humano es una
plasmación de la Unidad o una manifestación de Dios. Nada nos
separa de la Divina Unidad. Como hoja, somos el propio Árbol de la
Vida. Somos mucho más que la Creación de Dios: somos Dios mismo;
somos Creación&Creador.
Somos Creación: Cada ser humano
es parte (hoja) de la Creación (Árbol), pero como ésta es Una,
somos la Creación misma (no somos una hoja, sino el Árbol). El Amor
es la savia, la vida del Árbol, la energía y elemento vivificador
que plasma y en la que se manifiesta esta Unidad.
Y Somos Creador: Creamos
exactamente lo que creemos. Cuando adquirimos consciencia de nuestro
verdadero Ser —cuando podemos afirmar soy el que soy (no hoja, sino
Árbol, Dios)—, creamos Amor puro e incondicional, la energía que
todo impulsa. La consciencia de nuestro verdadero Ser (Árbol, Dios)
contribuye a la expansión de la Consciencia de la Unidad y de la
Creación.
Al madurar la noción de Unidad,
nos familiarizaremos más y más con lo divino. Y, finalmente,
experimentaremos a Dios, a nosotros mismos, como Ser infinito en
movimiento a velocidad infinita por dimensiones infinitas con
Consciencia Perfecta, Unidad Absoluta y Amor Incondicional. Nos
habremos convertido en el Milagro; y esta experiencia pasmosa nos
parecerá tan natural y sencilla como estar sentados bajo las
estrellas, pero cada una de ellas será nosotros mismos. Este es
nuestro estado natural: estar unificado con el
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Emilio Carrillo
Muchas gracias y un abrazo de Corazón
ResponderEliminarEs un regalo, una bendición, algo inesperado, muchas gracias a ti, por recordarnos cada día con tus dones (maravillosos dones) la forma de ir haciendo eso de traer el cielo a la tierra,ir haciéndose posible, sino es ya una realidad manifestada en muchos corazones.
ResponderEliminarDoy gracias a Dios (al Dios interno y al Dios que somos todos) por enviarnos, por existir tantos seres tan maravillosos que nos hacen todo más hermoso en el camino del recuerdo de lo que somos, gracias infinitas.
Bendiciones a millones.
Un abrazo desde el más infinito amor universal.