El
verdadero amor no tiene fronteras, ni experimenta separación alguna.
El verdadero amor nada pide ni exige, pues solo se expresa como
entrega, libertad y dicha plenas. El verdadero amor es lo que queda
cuando nos desprendemos incluso de nosotros mismos, del sentimiento
de individualidad, que es el que crea separación y conflicto. Por
eso el amor es sinónimo de no-dualidad. No es un estado, pues para
que haya un estado alguien ha de estar ahí experimentando ese
estado.
¿Y
quién está ahí cuando el amor es? Este amor esencial del que hablo
desintegra todo átomo de individualidad.
Amor
es presencia plena, desapegada, en comunión con la realidad, en el
aquí y ahora. Este tipo de amor sana siempre, es amor espiritual. El
amor espiritual es la consecuencia de la dicha y de la paz en uno
mismo, es decir, de un profundo y absoluto amor propio, no en el
sentido del ego sino amor hacia la naturaleza real de uno: el ser, lo
que nunca cambia, el gozo profundo de la comprensión del Sí-mismo
(lo Absoluto). Solo alguien que parte completo, que comprende su
naturaleza real, que sabe que nunca ha estado separado ni le faltaba
nada para ser, solo ese puede amar de una forma completa, porque todo
su amor, su amor sin límites, ya va con él: y este amor jamás se
agotará
ni un ápice aunque no cese de derramarlo por doquier allá donde
vaya. Esa es la naturaleza real del amor: tu naturaleza. Este amor
sana. Es compasión, es un bálsamo para
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la
persona amada. Es lo mejor que podemos ofrecer de nosotros mismos a
los demás, porque es auténtico.
El
amor no nace ni muere. Por eso es eterno. No tiene ni principio ni
fin. Por eso es infinito. Está aquí, pero la mente (el ego) no lo
puede atrapar, al igual que uno no puede atrapar el vuelo de un
pájaro: puede tomar al pájaro (el concepto), pero no su vuelo, no
la belleza de su libertad siendo. El apego es el esfuerzo por atrapar
lo inaprensible. El desapego es simplemente el fluir en la expresión
de la realidad: aquí y
ahora. Ligero, sin artificios, sin cargar a tus espaldas el peso de las piedras que vas recogiendo en tu camino. Eres libre. Para volar y planear por el cielo de tu felicidad has de liberarte de todo lo que llevas cargando a tus espaldas. Para volar has de arrojar todo temor, viendo que todo lo que eres es aquí y ahora y que este instante -siempre pacífico y directo- es la completa expresión que tienes ante ti de tu naturaleza. Así pues, "ama y haz lo que quieras", porque cuando todo lo que haces es hecho con amor, eso siempre es verdadero y puro, natural.
“Luz
de la conciencia”
José
Manuel Martínez Sánchez.
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