Los
pensamientos crean al pensador.
Sin
pensamientos no puede existir el pensador, del mismo modo que el
bosque no puede existir sin arboles. Normalmente creemos que somos el
pensador, el Yo, el que crea los pensamientos. Pero esto no es
correcto, como ya hemos visto antes, pensar es tan solo una función
corporal. Los animales también tienen la función pensar, cuando
observo a mi perra, ella piensa y toma decisiones, es cierto que sus
acciones son muy básicas y limitadas, por su cerebro condicionado y
la mayoría de las veces ella solamente está reaccionando.
Cuando
nos identificamos sólo con la mente, nuestras acciones son también
muy básicas y limitadas, normalmente solo reaccionamos. La
diferencia entre mi perra y yo, es que ella no es consciente de este
proceso y no ha creado al pensador.
Saltamos
de un pensamiento a otro, por muy importantes que aparentemente sean,
sin darnos cuenta de quien está pensando y lo condicionados que
estamos por ellos. Creemos que somos nosotros quienes piensan, pero
esto no es así, los pensamientos son la consecuencia de una cadena
infinita de reacciones condicionadas e inconscientes que hemos
aprendido a lo largo de nuestra vida. El hecho de pensar de esta
forma no es un proceso creativo y consciente para crear una realidad,
que es su verdadera función, sino que hemos hecho de ello un proceso
automático y mecánico.
El
pensador es la imagen de nosotros mismos, que hemos creado con los
pensamientos, y que erróneamente es tomada por nuestro autentico
Ser. De esta confusión nace la identidad de un Yo separado en el
tiempo, que llamamos el pensador.
La
identidad del pensador, el Yo.
El
gran malentendido es, creer que somos nuestros pensamientos y definir
nuestra identidad basándonos en ellos. Reducimos nuestra existencia
a un pensamiento, y nos identificamos con el, creando de esta forma
el Yo (el ego) y este crea el falso Yo, que es la idea y decimos, soy
padre o madre, estoy feliz, soy una persona melancólica, alocada,
tímida....etc.
Todo
esto son solamente conceptos que describen diferentes estados
personales y temporales. Tienen su valor en el contexto de
determinadas situaciones que no tratamos de negar, ya que son
abstracciones
útiles para manejar la realidad.
Lo
importante es ser conscientes de que solo son una minúscula parte de
nosotros, nuestra autentica identidad es infinitamente más grande.
Si solo fuésemos tal o cual profesión o estado anímico ¿quien
seríamos cuando dejásemos de serlo?, si digo que soy una persona
triste y depresiva, ¿dejaré de ser la persona que soy cuando
consiga ser feliz?, ¿no es más bien que estamos tristes del mismo
modo que podemos estar resfriados? Y no por eso somos el refriado o
tenemos una profesión pero no somos la profesión.
Todas
estas facetas con las que el Yo se siente identificado e importante,
no dejan de ser herramientas y circunstancias temporales con las que
vivimos en la creencia de que solo somos eso.
Normalmente
estamos plenamente identificados con la identidad del pensador: la
persona. La palabra persona tiene su origen en la palabra etrusca
phersu “máscara” y más tarde se convierte en la palabra latina
persona “la máscara del actor” que describe magníficamente la
actuación del Yo. Todos los problemas y todo sufrimiento nacen de la
interpretación equivocada al pensar que la “máscara” es nuestro
verdadero y auténtico Ser.
Si
yo me identifico solamente con Karsten Ramser, es decir, con la
imagen que he creado y que tengo de mi mismo, me limitaría a una
colección de pensamientos, recuerdos, experiencias y proyecciones.
Cuando me reduzco al concepto Karsten Ramser, estoy excluyendo el
resto de todos los procesos físicos y mentales que también son
parte de mí, del mismo modo que en el concepto Karsten Ramser
tampoco incluye como trabaja y funciona mi cerebro, ni las conexiones
y relaciones que tengo con todo el universo.
En
realidad el concepto Karsten Ramser no tiene base real, es pura
ilusión, una simple abstracción de la realidad multidimensional,
una simple imagen.
El
origen de todos los problemas deriva de la profunda convicción de
creer que solo somos la imagen que hemos creado. Mientras continuemos
engañándonos de esta forma y nos neguemos a ver la realidad tal
como es, seguiremos enredados en nuestras proyecciones mentales,
pensamientos y sentimientos confusos, sin encontrar paz, ni solución
para los problemas de nuestro tiempo.
Cuando
el punto de partida es erróneo, difícilmente se puede actuar
correctamente.
Por
este motivo el Budismo dice; “No yo, no problema”.
En
esta confusión se nos escapa lo más obvio, ¿Quién reconoce todo
esto?.
¿Quién
es consciente de los pensamientos?.
El
camino sabio.
Sabiduría
& Conocimiento de Uno Mismo
Todo
lo que es...es el Ser
No
somos lo que vemos.
¿Si
soy mis pensamientos y sentimientos, cómo es que puedo reconocerlos?
Está
claro que solo podemos presenciar algo que no somos. Si caminamos por
un jardín, solo podemos hacerlo porque no somos el jardín. Del
mismo modo que un cuchillo no puede cortarse a sí mismo, nosotros no
podemos ser los pensamientos o sentimientos que experimentamos.
Pero
si no somos el pensador, si no somos la persona, si no somos los
sentimientos o pensamientos que tenemos, ¿entonces quien somos?.
Somos
el que los reconoce.
El
Yo, es una herramienta magnifica que nos ayuda en el manejo de
asuntos prácticos, nos puede facilitar confort y una buena
organización, pero del mismo modo que un martillo es muy útil para
clavar un clavo, y totalmente inútil para untar mantequilla en el
pan, el Yo es totalmente inútil cuando queremos experimentar y
profundizar nuestra existencia.
Karsten
Ramser
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