Cuando
examinas los atributos de la intención universal al tiempo que te
comprometes a ser esos atributos empiezas a comprender la importancia
de lo que deseas para los demás. Si les deseas la paz, tú la
recibirás. Si les deseas que sean queridos, tú serás el objeto del
amor. Si sólo ves belleza y valía en los demás, recibirás otro
tanto. Te desprenderás de lo que tienes en el corazón y atraerás
aquello de lo que te desprendes. Es algo muy importante. El impacto
que tienes sobre los demás, ya sean desconocidos, miembros de la
familia, compañeros de trabajo o vecinos, es prueba de la fortaleza
de tu conexión con la fuerza de la intención. Piensa en tus
relaciones, si son sagradas o profanas.
Las
relaciones sagradas facilitan la fuerza de la intención en un alto
nivel de energía para todas las personas implicadas, mientras que
las relaciones profanas lo mantienen en los niveles más bajos y más
lentos. Conocerás tu potencial para la grandeza cuando empieces a
ver la perfección en todas las relaciones. Cuando reconozcas lo
sagrado en los demás, empezarás a tratarlos como expresiones
divinas de la fuerza de la intención y no querrás nada de ellos. La
ironía está en que se convierten en colaboradores de la creación
al manifestar todos tus deseos. No quieras ni exijas nada de ellos,
no tengas expectativas para ellos, y te devolverán esa bondad.
Exígeles, empéñate en que te complazcan, considéralos inferiores,
siervos, y recibirás lo mismo. Es tu deber tener clara conciencia de
lo que realmente quieres para los demás y saber sí mantienes una
relación sagrada o profana con todas las personas a las que tratas.
En
una relación profana te consideras separado dé los demás, tienes la
sensación de que fundamentalmente te resultan útiles para
satisfacer los deseos del ego, y que las personas están ahí para
ayudarte a conseguir lo que falta en tu vida. En cualquier clase de
relación, esta actitud de separación y potencial manipulación crea
una barrera entre la fuerza de la intención y tú. Los signos de las
relaciones profanas son muy claros: las personas se ponen a la
defensiva, tienen miedo, son hostiles y no desean tu compañía.
Al
cambiar las pautas de pensamiento para elevar tus vibraciones
energéticas y reducir las exigencias del ego, empezarás a
desarrollar una relación reverente o sagrada con los demás.
Entonces cada persona se percibe como una totalidad. Cuando puedes
aceptar las diferencias en los demás y considerarlas interesantes o
agradables, estás debilitando tu identidad con el ego.
La relación sagrada es una forma de cor responder te con la Fuerza de la Creación universal y de sentirte alegre y en paz. Cualquier relación —o incluso un encuentro— desde la perspectiva sagrada supone reunirse con un aspecto querido de nuestra persona y descubrir una estimulante conexión con la fuerza de la intención.
La relación sagrada es una forma de cor responder te con la Fuerza de la Creación universal y de sentirte alegre y en paz. Cualquier relación —o incluso un encuentro— desde la perspectiva sagrada supone reunirse con un aspecto querido de nuestra persona y descubrir una estimulante conexión con la fuerza de la intención.
Hace
poco le pregunté a un dependiente muy atareado que estaba tras el
mostrador del marisco de un supermercado si sabía dónde podía
encontrar salmón ahumado. Me vi conectado con él a pesar de la
irritación que manifestaba su conducta. Un hombre que estaba a mi
lado oyó lo que preguntaba y vio el agobio reflejado en la cara del
dependiente. Aquel desconocido me sonrió y se fue a otra sección
del supermercado; volvió con un paquete de salmón ahumado y me lo
dio. ¡Me trajo lo que yo estaba buscando! ¿Coincidencia? No lo
creo. Cuando me siento conectado con los demás e irradio la energía
de la relación sagrada, la gente reacciona bondadosamente y se toma
molestias para ayudarme con mis propósitos.
Otro
ejemplo de lo mismo. Un día me trasladaron de una compañía aérea
a otra debido a un problema mecánico que acabó en la cancelación
del vuelo. En la primera compañía, que está en mi ciudad natal,
los empleados me conocen y se desviven por ayudarme. He practicado
una relación sagrada con todos los que trabajan en el mostrador, en
la facturación de equipajes, en el avión, etcétera.
Aquel
día me mandaron al otro extremo del aeropuerto con siete cajas de
libros y cintas que había que facturar como equipaje. Mientras Maya,
mi ayudante, y yo nos arrastramos como pudimos hasta el mostrador de
la otra compañía aérea con un carro cargado de equipaje y siete
pesadas cajas, la representante anunció que su compañía no
permitía que se facturasen más de dos bultos como equipaje y que
tendría que dejar en tierra tres cajas. Podía facturar dos bultos
por mí y otros dos por Maya. «Son las normas»
La
energía de esta interacción cambió, pasando de débil a fuerte.
Establecimos vínculos, reconocimos nuestro propio ser en el otro, y
facturó todas mis cajas con una sonrisa. No he olvidado lo que me
dijo al darme las tarjetas de embarque: «Cuando lo vi venir con el
carro lleno de cajas, estaba decidida a que no las metiera en el
avión, pero tras unos momentos con usted, si lo hubiera tenido que
hacer, yo misma habría llevado las cajas al avión. Encantada de
conocerlo. Gracias por lo que hace, y espero que en futuras ocasiones
tenga en cuenta nuestra compañía».
Son
dos sencillos ejemplos de lo que ocurre cuando pasas conscientemente
de las relaciones profanas a experimentar tu conexión medíante la
fuerza de la intención.
aéreas que me ayudó a hacer realidad mi propósito, tú disfrutarás de la fuerza de la intención por mediación de las relaciones sagradas. En eso consisten las relaciones.
El
Poder de la Intención
Wayne
W. Dyer
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