CUANDO
HAS IDO MÁS ALLÁ DE LOS OPUESTOS MENTALES, te vuelves como un
profundo lago. La situación externa de tu vida, y lo que ocurra
allí, es la superficie del lago. A veces está en calma, otras veces
agitada, dependiendo de los ciclos y las estaciones. Sin embargo, en
lo profundo, el lago siempre permanece inalterado. Tú eres todo el
lago, no sólo la superficie, y estás en contacto con tu propia
profundidad, que permanece absolutamente quieta.
Mientras
no seas consciente de Ser, la realidad de los demás seres humanos te
evitará porque aún no has encontrado la tuya. Tu mente aceptará o
rechazará la forma de los demás, que no es sólo su cuerpo; también
incluye su mente.
La verdadera relación sólo es posible cuando
tienes conciencia de Ser.
Viniendo
del Ser, percibirás el cuerpo y la mente de la otra persona como si
sólo fueran una pantalla detrás de la cual puedes sentir su
verdadera realidad, como sientes la tuya. Por eso, cuando tengas que
afrontar el sufrimiento de otra persona o su conducta inconsciente,
te mantendrás presente y en contacto con el Ser, y serás capaz de
mirar más allá de la forma y de sentir el Ser puro y radiante de la
otra persona a través del tuyo. En el nivel del Ser, uno reconoce
que todo sufrimiento es ilusorio. El sufrimiento se debe únicamente
a la identificación con la forma. A veces, cuando la persona está
preparada, el despertar de la conciencia de Ser produce curaciones
milagrosas.
UNA
DE LAS PRÁCTICAS ESPIRITUALES MÁS PODEROSAS es la de meditar
profundamente en la mortalidad de las formas físicas, incluida la
propia. A esto se le llama «morir antes de morir».
Entra
en esta práctica profundamente. Tu forma física se está
disolviendo, deja de ser. Después llega un momento en que todas las
formas mentales o pensamientos también mueren. Sin embargo, tú, la
presencia divina que eres, sigues estando allí. Radiante, plenamente
despierto.
En
este nivel profundo, la compasión se convierte en sanación en su
sentido más amplio. En ese estado, tu influencia sanadora no se basa
fundamentalmente en el hacer, sino en el ser. Todas las personas con
las que entres en contacto se sentirán tocadas por tu presencia y
afectadas por la paz que emanas, seas consciente de ello o no.
Cuando
estás plenamente presente y la gente que te rodea muestra una
conducta inconsciente, no sientes la necesidad de reaccionar a ella
porque no le concedes el carácter de realidad. Tu paz es tan
profunda y vasta que cualquier cosa que no sea paz desaparece en su
seno como si nunca hubiera existido. Esto rompe el ciclo kármico de
acción y reacción.
Los
animales, los árboles y las flores sentirán tu paz y responderán a
ella. Enseñas mediante tu ser, demostrando la paz de Dios.
Te
conviertes en la «luz del mundo», una emanación de conciencia
pura, y por tanto eliminas el sufrimiento de raíz. Eliminas la
inconsciencia del mundo.
ECKHART
TOLLE
PRACTICANDO
EL PODER DEL AHORA