AMA
Y HAZ LO QUE QUIERAS
"Y cuando el hombre se libere a sí mismo de esta conciencia restrictiva, con sus leyes, planes y normas, encontrará la alegría y la paz de ser que le permitirá amarse a sí mismo y a toda la humanidad, y permitirá que todo exista en la libertad de sus propios y deliberados designios. Entonces amará como Dios ama. Entonces será como Dios es, la plataforma que alimenta y mantiene toda la vida. Que así sea."
Estudiante:
Ramtha, ¿cómo encajas tú en el plan de Dios?
Ramtha:
¿El plan de Dios? ¿Qué te hace pensar, entidad, que Dios tiene un
plan?
Estudiante:
Porque debe haber una buena razón para que las cosas sean como son.
Ramtha:
El único plan que el Padre tiene es ser, para que así todas las
cosas puedan expresar la vida que el Padre es. Si él tuviera un
plan, ello te quitaría la libertad de expresar a Dios dentro de ti,
robándote tu originalidad capacidad de evolucionar y extender el
principio vital llamado Dios.
El
único plan de Dios es que él es. Es cada
cosa vibrando al unísono consigo misma, en un tono que está basado
primeramente en el pensamiento, y del pensamiento a la masa,
vibrando, añadiendo y tomando de la conciencia, extendiendo,
expresando otro momento de vida. Todo cuanto existe, se expresa a la
par de todo lo demás que existe hacia el próximo momento de
eternidad. Si Dios pudiera planear, ello limitaría todas las cosas
que están por venir.
¿Cuál
es la razón de que esté aquí esta alfombra peluda sobre la cual
apoyas tu trasero? Simplemente porque es. Por lo tanto, encaja en el
plan de Dios, porque todo lo demás es. ¿Y cuál es la razón por la
que este amado maestro está aquí? Porque él es. Y este amado
maestro, ¿cómo encaja en el plan de Dios? Simplemente siendo, igual
que tú eres. ¿Y cómo encajo yo en el plan de Dios? Yo soy,
entidad. Yo soy, tanto como lo es esta alfombra
peluda.
¿Cómo
encajo yo? Yo te amaré como nunca nadie lo haya hecho, porque
tengo la capacidad de hacerlo, ya que me tiene sin cuidado si mi amor
o mi expresión encajan con algún plan ilusorio y divino.
¿Cómo
puedo yo añadir a la totalidad del Ser
de la vida? Ayudándote a entender lo
que el Padre verdaderamente es y por qué él te ama sin importarle
cómo eres. Y dando quizás un enfoque más claro de cómo encaja la
totalidad de la vida, para que puedas entender que la razón por la
que todas las cosas son, es simplemente expresarse, no de acuerdo con
ningún esquema, o algún motivo ulterior, sino simplemente porque
poseen vida.
¿Por
qué es esto importante? Cuando entiendes que la vida simplemente es,
eso te permite la libertad y el poder de crear tu vida al máximo de
tu capacidad. Y puedes estar seguro de que sin importar lo que hagas
en el próximo momento, vas a estar vibrando con la totalidad de la
vida, y continuarás haciéndolo en el próximo momento, y en el
próximo, y en todos los que
vendrán después.
No
existe un plan para la vida, maestro. Sólo existe el Ser.
Estar en un estado de Ser
es la expresión más grandiosa que
existe. Ser. Lo
que importa, entidad, es que tú eres. Eso es todo lo que importa.
Estudiante;
Lo que parece que estás diciendo es
que no hay una manera en particular de vivir; que tú puedes ser y
hacer todo lo que quieras; que todo vale.
Ramtha:
Ciertamente. Ese es el amor del Padre
por ti.
Estudiante:
¿Cuál es entonces el propósito de la
vida?
Ramtha:
El propósito de la vida, maestro, es
expresar sobre la plataforma de la vida cualquier pensamiento que
habite dentro de tu ser. Y cualquiera
sea la expresión a la que eso te
lleve, siempre tienes la opción de cambiar en cualquier momento que
desees.
El
propósito de la vida es ser parte de ella, ser su creador,
iluminarla. No hay otro destino, sino vivir
y permitirte ser cualquier cosa que desees, mientras la vida se
despliega dentro de ti, momento a momento. Y sabe que, cumpliendo ese
propósito, posees la libertad ilimitada para convertirte, hacer y
ser cualquier cosa que desees.
Estudiante:
Pero si se puede hacer cualquier cosa,
¿no habrá ciertas cosas que vayan contra la ley de Dios de la que
habla la Biblia?
Ramtha:
Hermoso maestro, tu amado Padre no ha
creado ninguna ley, excepto una. Y esa ley es expresar tu vida de
acuerdo con tu voluntad soberana, pues sólo a través del ejercicio
de tu voluntad, extiendes la conciencia de toda la vida, que es lo
que el Padre es. Si Dios el Padre fuera una entidad que creara leyes,
te hubiera negado a ti —a él mismo— la libertad de expresión
que permite a la vida evolucionar y perpetuarse a sí misma. Él se
habría convertido en una fuente limitada, en un final. Y no hay
final en el siempre jamás, maestro.
Lo
que tú llamas la ley de Dios, como está escrita en vuestro Libro de
los Libros, son muchas leyes, porque cada profeta hizo su añadido a
la ley. Y, de hecho, ha sido una afirmación muy poderosa declarar
que la ley de Dios dice esto o aquello, o restringe esto, o debes
hacer tal cosa. Y debido a lo que tú llamas la ley de Dios, la gente
ha aprendido a someterse a Dios y a temerle. Los hijos no deben temer
a sus padres, deben ser como sus padres.
La
ley de cada uno es que Dios, la Fuente de toda la vida, permite que
todas las cosas se expresen a través de su ser como ellas quieran,
como su libertad lo desee. Pues sólo a través de la libertad
llegarás a conocer al Padre y a ser uno con él una vez más. Y
cuando retornes al Padre y él contemple su propio retorno, será
verdaderamente un gran día, una gran eternidad, ya que al
regresar a casa habrás llegado a ser como él es; y al ser como él
es, siempre habrá una vida de amor y alegría ilimitados, y la
eternidad del ser.
Dios,
el Padre, no posee ley. El hombre es el creador de las leyes, no
Dios. El Padre le ha otorgado al hombre la
voluntad libre para ser el soberano dador de leyes en su propio
reino, para crear desde el pensamiento cualquier creencia, verdad o
actitud que corresponda a su reino en la evolución de su
entendimiento de toda la vida. El hombre ha usado esa libertad para
crear leyes que ha considerado necesarias para poder vivir en
sociedad. Desafortunadamente, la mayoría de las leyes han sido
creadas despiadadamente con el propósito de intimidar y esclavizar a
la gente. Han sido creadas para limitar la libertad, no para
exaltarla. El hombre no puede permitirse vivir en un estado sin
leyes, porque él, en el terror de su propio ser, cree que deben
existir leyes para gobernarlo. Esto es sólo porque él no entiende
la infinitud y la divinidad de sí mismo.
Estudiante:
Pero, Ramtha, si no hubiera leyes, ¿cómo se podría prevenir que
alguien expresara la maldad que hay dentro de sí, que hiciera cosas
malas?
Ramtha:
Déjame decirte esto, maestro: en la constitución cósmica de todo
lo que es, no hay tal cosa como la maldad. Aunque se haya escrito que
el hombre es malvado en su alma, no lo es; el hombre es divino dentro
de su alma. Pues su alma y todo lo que él es, es Dios. Porque si no
fuera Dios, entonces, ¿de dónde vendría?
No
hay nada que esté fuera de la jurisdicción del Padre, del ser.
Nada. Cualquier pensamiento o acto que alguien haya juzgado como
perverso, malvado o equivocado, está vivo en conciencia. Y si existe
en conciencia, es ciertamente una parte de la mente de Dios. Y puesto
que todas las cosas son parte de Dios, si tú dijeras que cualquier
cosa es perversa, estarías diciendo al mismo tiempo que Dios es
perverso, y no lo es. Ni tampoco es bueno, pues para definir los
perímetros de lo bueno deberías compararlo con el entendimiento que
tú llamas el mal.
Dios
no es ni bueno ni malo, puesto que Dios no es más algo bueno que
algo malo. Ni tampoco es perfección. El Padre simplemente es, el Ser
de toda la vida, una expresión del Ahora, que vive simplemente por
el gozo de obtener gozo, para así poder conocerse a sí mismo. Y esa
esencia vital no tiene la capacidad de alterarse hasta quedar fuera
de un estado de Ser al
juzgar una parte de sí misma como buena o mala, perversa o divina,
perfecta o imperfecta.
¿Sabes
lo que pasaría si Dios pudiera mirar hacia abajo y decir: «Esto es
perverso»? La totalidad de esa conciencia que está expresando algo
que necesita expresar, finalizaría y sería extirpada de la fuerza
vital. Y si eso pasara, entonces la vida y su expansión siempre
continua cesarían de existir, ya que el libre albedrío, que permite
la creación, dejaría de existir. Pero Dios es totalmente ilimitado,
una totalidad indivisa del Ser. Por
lo tanto, Dios no puede mirarse a sí mismo desde una perspectiva
limitada y restrictiva. Si pudiera
hacerlo, tú ni siquiera estarías aquí para poder expresar tu
opción de juzgarte
a ti mismo o a tus hermanos.
No
existen ni el bien ni el mal, maestro; sólo el Ser.
En el Ser,
todas las cosas se miden exclusivamente
en función de la culminación, en función la
experiencia emocional que el alma necesita para culminar su
sabiduría. Cada cosa que hayas hecho —por hermosa o vil que hayas
determinado que sea— la has hecho simplemente por el conocimiento.
Tu alma y tus pasiones te presionaron a hacerlo para poder aprender.
Sólo haciéndolo determinaste y te diste cuenta del valor de esa
acción, y así, te beneficiaste de ella. Eso no es ni perverso ni
malvado, eso es lo que cuesta convertirse en Dios.
Es
el hombre, y no Dios, quien juzga al hombre. Y el hombre en su
creatividad, ha inventado el equilibrio entre lo bueno y lo malo para
robar a sus hermanos su libertad de expresión. El miedo al castigo
por no estar a la par del dogma religioso o las leyes de los
gobiernos, ha sido la espada que ha dominado y controlado naciones
durante años. Y si alguna vez hubo algo que en tus términos
llamarías «perverso», es aquello que le quita a una entidad la
libertad de expresar el Dios dentro de sí. Y cada vez que esto se le
hace a otra persona, también se le hace a uno mismo, y más
profundamente, porque todo juicio o limitación que impongas a otro,
se convierte en ley dentro de tu propia conciencia; y mediante esa
ley, te juzgarás y limitarás a ti mismo.
El
hombre no es perverso en su alma. Y aunque vive creyendo que lo es,
en un mayor entendimiento no existe tal cosa como la perversión o la
maldad. Sólo existe la plataforma de la vida que le permite al
hombre la opción de crear desde su pensamiento cualquier cosa que
elija. Esa es la única realidad que existe. En esa realidad, Dios
permite que la ilusión de la maldad sea creada a través de
supersticiones, creencias dogmáticas, y las tan limitadas y
encerradas actitudes de la humanidad. Y a causa de la continua
observación, juicio y expectativa de la maldad, ésta existe de
hecho en la realidad de aquel que cree en ella, pero sólo en su
realidad, puesto que como así lo cree, así es en su reino.
Las
únicas leyes que existen son aquellas que has creado para que sean
efectivas en tu vida. Si tú eliges creer que
hay bondad y maldad, entonces, esa es tu verdad, y no estás
equivocado en absoluto. Pero recuerda, esa es tu verdad, no la mía
ni la de ningún otro. Y, si verdaderamente es tuya, colectivamente
te pertenece porque se ha formado en tu opinión. Y mientras tengas
esa opinión, será ciertamente real. Cuando dejes de creerla,
entonces dejará de ser realidad. Es así de simple.
Ahora,
maestro, dime lo que tú crees que es la
maldad. ¿Cuál es tu entendimiento de «lo malo»?
Estudiante:
Bueno, yo diría que es lo opuesto a lo bueno. Pero principalmente
pienso que la maldad es hacer daño a otra persona.
Ramtha:
¿De verdad? ¿Por qué es eso malvado?
Estudiante:
Bueno, por ejemplo, si alguien hiciera daño
a mi hija, eso sería malo porque quizás ella podría morir.
Ramtha:
Así es como tú juzgas la maldad. Pero ¿qué hay de malo en morir?
Estudiante:
Entonces, ¿tú ni siquiera piensas que matar a alguien sea algo
perverso?
Ramtha:
Así es. Porque yo no me he limitado a
mí mismo creyendo en el final de ninguna cosa, porque nunca se
destruye nada. Nunca. Si una entidad muere, ¿cuál es la pérdida en
la muerte?
El
Padre, en su Ser y
en su eternidad de vida continua, no ha creado ninguna cosa por
encima de sí mismo capaz de perturbar la garantía de la existencia.
Lo que el Padre ha creado, maestro, nada lo puede abatir y vivirá
eternamente. Por eso tu hija no sería destruida, porque no hay nada
que pueda destruir la vida de Dios.
Estudiante:
Entonces, tú estás diciendo que ni
siquiera el asesinato es algo perverso o
equivocado.
Ramtha:
Exactamente. Yo te digo, maestro: la
vida es siempre continua; seguirá y seguirá y seguirá.
Y
cada momento que nos expresamos sobre la plataforma de la vida,
tenemos ilimitadas oportunidades de satisfacer
nuestra felicidad en cada instante de vida. Pero sea como sea que uno
elija satisfacer sus momentos, esto será siempre de acuerdo con su
propia voluntad y su deseo, y con lo que él perciba como bueno para
su ser. Y si en cierto momento una entidad elige matar a otra, en el
próximo momento se sentirá terriblemente culpable, se juzgará a sí
misma, y vivirá con el miedo de que de alguna manera aquel acto
vuelva hacia él. Así, sus momentos futuros no son seguros a menos
que se perdone a sí mismo por ese acto.
Muchos
se horrorizarán, juzgarán y maldecirán al asesino. Pero yo ame a
la entidad que ha matado a la otra. ¿Cómo podría no hacerlo?
¿Acaso está él fuera de la providencia,
la vida y la maravilla que Dios es? No maestro, no lo
está.
La
víctima volverá una y otra vez, pues la vida es perpetua, es
continua.
Es
lo único que es perpetuo, y a la vez es todas las cosas. Si yo
aborrezco el acto e impongo mi juicio sobre el asesino, lo estoy
imponiendo sobre mí mismo. El asesino acaba de crear su propio
juicio, ya que estará en manos de cualquier actitud que tenga con
respecto al acto, la cual tendrá que afrontar en su propio reino de
pensamiento y emoción en los momentos que seguirán.
Yo
no aborrezco el acto, lo he razonado. Lo he entendido. Estoy por
encima de él. Si yo juzgara al asesino por este acto, te aseguro que
eso no me enaltecería, y mi vida se vería entonces afectada por ese
juicio. Pues el Yo Soy que yo soy habría tomado una parte de sí
mismo y se habría separado de mi ser. Entonces yo dejaría de ser la
totalidad. ¿Ves?
Cuando
veas tales acontecimientos, ten en cuenta que son culminaciones. En
cada momento tenemos la opción de llegar a una culminación en
nosotros mismos, conducidos por un impulso o una iluminación. Esa es
nuestra elección. He ahí la única república que posee el hombre,
la república de las profundidades de sí mismo. Vuestros gobiernos
tratarán de gobernar a las masas de acuerdo con las leyes, las
normas y las reglas. Pero nunca podrán gobernar la voluntad de una
entidad que trabaja en el silencio de sus propios procesos de
pensamiento; sólo la entidad lo puede hacer. Y cada instante que
viva, equilibrará el momento de acuerdo con su propio ser emocional.
Yo
os digo que en esta audiencia no hay mayor maestro que vosotros
mismos, y que cada uno es totalmente responsable de las decisiones
que ha tomado en su propia vida. Porque, ¿no somos nosotros quienes
hacemos todas las cosas en el pensamiento? ¿Y no es la manifestación
de todo eso lo que nos enseñará a refinar más nuestros
pensamientos?
Tú
puedes tomar a un hombre y encerrarlo en la prisión más pequeña,
oscura y asquerosa que exista, pero nunca podrás encarcelar su mente
y su Pensamiento. Un hombre, incluso con el cuerpo reprimido, aún es
activo en su pensamiento;
y él, por medio del pensamiento contemplativo, razonará consigo
mismo, se enseñará y se juzgará a sí mismo.
Yo
no reconozco el bien y el mal, sólo la vida. Si ella empuja a una
entidad a matar a otra, o a hacerlo en lo
más profundo de su alma por el mero hecho
de pensar en ello —una cosa no es mejor que la otra, pues lo que tú
hagas en tus pensamientos lo estás haciendo en la realidad, y no hay
ninguna entidad que no haya acuchillado a otra en sus pensamientos—
esa entidad, cualquier caso, necesita expresar eso para su
entendimiento intencional. Y deseo que entiendas que aquel que
participa con el asesino en su expresión, no
es la víctima del asesino, porque él ha contemplado la posibilidad
de ser quemado, despedazado o dañado. Y como él lo ha contemplado y
ha sentido miedo, lo ha atraído justo hasta su puerta. Por lo tanto,
el que necesita dañar y el que necesita ser dañado —porque
necesita ese entendimiento— se atraen mutuamente para adquirir la
experiencia.
En
el entendimiento llamado Dios, nada es perverso. Cada cosa es una
experiencia que proporciona sabiduría. Esa es mi respuesta para ti.
Y cuando el hombre deje de ser condenado por sus hermanos y se dé
cuenta de que no es malvado en su ser, sino que es Dios en su ser, y
entienda que es totalmente amado y apoyado por la fuerza vital
llamada Dios, nunca más necesitará expresar la guerra, el asesinato
o la violación, u otros actos semejantes para entender su mérito y
su valor. Y cuando el hombre se libere a sí mismo de esta conciencia
restrictiva, con sus leyes, planes y normas, encontrará la alegría
y la paz de ser que le permitirá amarse a sí mismo y a toda la
humanidad, y permitirá que todo exista en la libertad de sus propios
y deliberados designios. Entonces amará como Dios ama. Entonces será
como Dios es: la plataforma que alimenta y mantiene toda la vida. Que
así sea.
*
* *
Estudiante:
Hay dos personas que han llegado a mi vida
recientemente, y me gustaría saber cuál es el propósito de que
estén ahí, y si hemos estado juntos
anteriormente en otras vidas.
Ramtha:
La razón por la que ellos están en tu
vida, entidad, es porque tú quieres que estén ahí, y ellos quieren
estar ahí. ¿Qué mayor propósito puede haber?
Estudiante:
Pero yo no estoy seguro de si quiero
que estén en mi vida. Yo pensaba que quizás están ahí por causa
de algún vínculo kármico, y que hay
algo que debemos aprender sobre nosotros mismos.
Ramtha:
Sabes, maestro, si una relación es de
alguna manera carente, romanticismo de quizás haber estado juntos
anteriormente en vidas pasadas a menudo la hace más interesante de
lo que en realidad es. Pero un vínculo kármico, como se lo llama,
es sólo la explicación religiosa de una palabra llamada
«necesidad». Tú necesitarás, disfrutarás y querrás estar
con mucha gente a lo largo de tus vidas, que son
continuas. Pero se convertiría en
algo mundano, muy pesado y aburrido,
si los mismos amigos estuvieran ahí,
vida
tras vida tras vida. Si ellos están ahí ahora, maestro, quizás la
única lección que se puede asociar con ello es que os habéis
vuelto a encontrar sólo para daros cuenta de que debéis separaros
otra vez.
Estudiante:
Muy bien, creo que he entendido lo que
estás diciendo, pero tengo otra pregunta acerca del karma. Me han
enseñado que la razón por la que ciertas cosas suceden a la gente
—tales como asesinatos, robos o accidentes— es porque son
culminaciones kármicas para nivelar algo que hicieron en una vida
pasada. Me gustaría saber qué tienes tú que decir sobre las leyes
del karma.
Ramtha:
Para que tú lo sepas y todos lo
entendáis: lo que vosotros llamáis «karma» no es la ley de Dios;
es la ley de aquellos que creen en ello. Desafortunadamente, hay
multitudes que creen en esta doctrina, y están luchando arduamente
para alcanzar un entendimiento ilusorio llamado perfección. Y ellos
creen que, sea lo que sea que hayan hecho en la vida, deberán volver
y pagar por ello en la próxima. Todo cuanto les ocurre lo atribuyen
continuamente a la culminación kármica. Pero esa es una explicación
muy pobre de la vida, maestro, ella se merece mucho más que eso.
Las
leyes del karma son, de hecho, una realidad, pero sólo para quienes
creen en ellas. Las únicas leyes que existen son aquellas que tú
permites que sean efectivas en tu reino. El auténtico dador de las
leyes es cada entidad soberana, pues cada persona posee un ego que
acepta la verdad; y todo aquello que él llame verdad, cualquier cosa
que cree como ley dentro de su ser, así será. Por eso, mediante las
creencias y el entendimiento alterado, muchas personas han
determinado para sí mismas las leyes del equilibrio y la perfección.
Si
tú eliges creer en el karma, ciertamente estarás en manos de tu
propia creación por haberle dado poder a esa creencia. Y por
supuesto, será efectiva en tu vida. Entonces, ciertamente volverás
una y otra vez para anular o glorificar lo
que hiciste en una vida anterior sobre este plano.
Yo
no reconozco el karma o la perfección, ya que las veo como
limitaciones, no como gratificaciones. Aquellos que
están luchando por la perfección a través de las restricciones del
karma, nunca alcanzarán aquello por lo que luchan. Pues mientras
están culminando un karma, estarán creando otro, no importa cuántas
vidas vivan, ellos nunca alcanzarán un estado de Ser, un estado de
Dios, ya que estarán continuamente inmersos en el estado de deber y
no en el de recibir. Y no existe tal cosa como la perfección; sólo
existe el Ser. En el Ser de la vida todas las cosas cambian y
evolucionan cada momento, por eso, nunca podrá establecerse un
estado de perfección.
Yo
sólo reconozco el Ser, el cual carece
totalmente de las leyes e ideales que impiden la transformación del
Yo, Dios. En el entendimiento del Ser, no hay nada que debas hacer en
la vida, excepto lo que tú quieras hacer. Si quieres aceptar las
enseñanzas del karma, entonces, esa es tu elección y tu creación
para tu propia experiencia. Pero date cuenta, maestro, de que tú has
creado para ti mismo las ilusiones del poder limitado y el castigo.
Ese es tu destino por haber aceptado lo que llamas karma, ser
prisionero de tu propio pensamiento limitado.
Tú
eres un alma y un espíritu libre, maestro. Eres libre de crear y
experimentar al momento cualquier verdad, cualquier realidad,
cualquier ilusión que elijas; y en cualquier momento que lo desees
puedes recrear ese sueño, porque tienes el poder ilimitado de
hacerlo.
El
karma no existe, el deseo sí. Y el deseo es muy voluble, puede hacer
y ser cualquier cosa en cualquier momento que lo desee, y puede
cambiar de opinión a mitad del proceso.
Cosas
como el asesinato, los accidentes y los robos no son castigos,
maestro; no son «liquidaciones» por algo que hiciste anteriormente.
Tú los has creado como resultado de pensamientos y experiencias que
has contemplado. Tampoco son circunstancias eternas. Así, en un
mayor entendimiento, no son cosas terribles; retrospectivamente, son
grandes maestros.
Tú
podrías ver la matanza de diez mil inocentes y decir: «¡Oh, qué
desgracia! ¿Por qué no lloran los ángeles por esta atrocidad? ¿Por
qué cantan a la gloria de Dios?» Porque no se han limitado creyendo
que la vida acaba. Saben que aquellos que son sacrificados
inmediatamente alcanzan el «cielo», como lo llamáis vosotros, para
un mayor aprendizaje y más experiencias, lo que yo llamo aventuras.
Y aunque tú entierres diez mil cuerpos y llores por ellos, Dios
nunca llora. Por eso siempre amanece cada mañana.
¿Quién
supones que crea tu destino? Muchos creen que es algún soberano que
manipula a todos y por cuya causa ocurren todas las cosas, ya que eso
quita de sus espaldas la responsabilidad de sus propias vidas. Pero
eres tú quien controla tu propio destino.
Tú eres el creador de cada momento de vida gracias a lo que piensas
y sientes en este momento. La única cosa que debes aprender es que
este momento, este ahora, es verdaderamente continuo y perpetuo. Y en
la continuidad del Ahora, cada momento es nuevo, completamente
nuevo, maestro. No es el cautivo del ayer; es el Ahora que tú
creaste para que tu sueño del mañana se convirtiera en realidad.
Por eso, eres libre de hacer cualquier cosa que desees en este
momento. Ese es el amor del Padre por ti: la libertad y el poder que
te ha dado para crear cada momento de nuevo.
Nadie
está gobernado por el pasado. Nunca tienes que pagar por lo que
hiciste hace un momento o hace un milenio. En el momento mismo que lo
hiciste, ganaste conocimiento y te diste cuenta del bien y de la
utilidad de haberlo hecho.
El
pasado es simplemente un momento del ahora que fue experimentado y ya
no existe. El único peso que tiene sobre el presente es que tú ya
aprendiste todo lo que podías aprender de él. Así, te ha provisto
de la sabiduría para crear este momento con el máximo de tu
capacidad, de acuerdo con tus propios e íntimos procesos de
pensamiento y tus planes determinados.
El
pasado está acabado, maestro; ya no existe. El pasado vive dentro de
ti en este ahora sólo como sabiduría. Eso es lo que él ha ganado
para ti. Por eso, en este momento, eres lo más grande que hayas sido
nunca en todas tus vidas. Porque en este ahora has progresado más
hacia el conocimiento que en el ahora de ayer. En este momento
eres la acumulación total de todo tu conocimiento, el conocimiento
adquirido a través de la experiencia y la experiencia obtenida a
través de la virtud llamada vida. Y cada momento que te expresas
estás creando otra vez una nueva aventura hacia la emoción y las
perlas de la experiencia llamadas sabiduría.
Sólo
existe el Ser de este Ahora, maestro. Lo único que importa es el
ahora. Tú eres producto del ahora. Tu vida es vivida en el ahora. Tu
futuro se crea en el ahora. Vivir verdaderamente como el Ser en este
ahora es vivir sin leyes ni reglas ni regulaciones que impiden la
expresión y la expansión del Yo. Cuando tú vives como el Ser, la
única cosa que realmente importa es el ahora. No el pasado ni el
futuro, sino el ahora, porque es ahí precisamente donde vive Dios.
Cuando
te des cuenta de que el ahora es todo lo que siempre ha existido,
inevitablemente elegirás vivir tu vida de tal manera que en cada
momento vivirás la aventura que los sentimientos de tu alma te urjan
a realizar, y experimentarás todo aquello que nunca hayas
experimentado para extenderte hacia una sabiduría incluso mayor.
No
has vuelto a este plano para enmendar ciertas cosas, las que ni
siquiera puedes recordar, o para hacer otras que se supone debes
hacer y que nadie podría decirte nunca cuáles son. Y encima te
dicen que te esfuerces por conseguir la perfección. ¿Cómo puedes
conseguir algo si estás en continua confusión?
Has
vuelto aquí totalmente por tu elección y a través del cuerpo que
elegiste. A partir del óvulo de tu madre y del esperma de tu padre
creaste tu cuerpo con el propósito de expresarte en este plano de
ilusión creativa. No has vuelto para saldar algo que hiciste
anteriormente, sino más bien porque querías evolucionar a través
de la masa y completarte en las emociones que se ganan al
experimentar este plano.
Estás
aquí para aprender que donde quiera que estés, estás ahí por la
única razón de que quieres estar ahí; es tu voluntad estar ahí.
Estás aquí para conciliar la sabiduría y aplicarla dentro de la
plataforma de la vida. Estás aquí en esta vida —y en cuantas más
otras vidas desees estar aquí— para representar esta ilusión y
experimentar todo lo que tu alma necesite para poder realizarse en la
sabiduría. Y cuando hayas obtenido el rico vapor de la emoción de
tus experiencias sobre este plano, ya nunca más necesitarás o
desearás volver aquí. Y sólo tú determinas cuándo has acabado
aquí, nadie más. Estás aquí, maestro, para convertirte en Dios. Y
para eso, debes quitar de tu ser toda ley, toda creencia dogmática,
toda práctica ritualista, y ser ilimitado en tus procesos de
pensamiento. Si deseas libertad de expresión ilimitada, un cuerpo
que nunca muera, y la paz y la alegría de ser, sabe que la vida que
estás viviendo es completamente ilimitada. Cuando sepas eso, en eso
te convertirás; porque cualquier cosa que desees y cualquier cosa
que conozcas como verdad en tu ser, así será. Esta es la única ley
que necesitas aceptar dentro de tu reino.
Sabe
que nunca tendrás que pagar por lo que hayas pensado o hecho en esta
vida o en otra, siempre y cuando te perdones por ello. El perdón de
uno mismo es el acto divino que remueve de tu alma la culpabilidad y
el juicio del Yo que limitan la expresión del Dios que eres. Sabe
que cuando te haya perdonado a ti mismo, esta vida y las que van a
venir serán simplemente para experimentar ser una parte del Ahora
que es el futuro de todo lo que es. Sabe que eres eterno, que nunca
has fracasado, y que el único error q has cometido es creer que has
errado.
Ámate
a ti mismo, maestro. Y escucha lo que te dice el Yo, lo que necesita
sentir, y entonces entrégate a ello de corazón hasta que te
aburras.
El
aburrimiento es una señal de tu alma de que has aprendido todo lo
que había que aprender de una experiencia y de que es hora de pasar
a otra aventura. Cuando escuchas solamente a los sentimientos que hay
dentro de ti, entonces eres libre de convertirte al momento en
cualquier cosa que desees convertirte. Y sabe que nunca debes
someterte a ninguna ley, ninguna enseñanza o ninguna entidad. El
Ahora y los sentimientos que obtengas de él, es todo lo que
realmente importa.
No
tengas leyes, maestro. Lo cual no equivale a ser
imprudente. Sólo
quiere decir que el verdugo va a quitar la soga de tu cuello y te va
a dejar respirar. Cuando te apartas de las leyes del dogma y las
creencias limitadas, entonces te estás permitiendo ser la libertad y
lo ilimitado que Dios es. Entonces puedes ser simplemente el poder
que eres de crear y regenerarte a ti mismo y a la vida. Entonces la
razón por la cual estás aquí no es la de compensar a alguien por
cualquier cosa que le hayas hecho, sino más bien porque quieres
vivir. Y esa aventura se despliega momento a momento. Vive y sé
feliz. Eso es lo único que el Padre te pide que hagas.
Ramtha
El Libro Blanco