BENDECIR A OTROS
Bendigo a todo aquel que se cruza en mi camino, al que me produce bienestar o alegría al cruzarnos y al que me deja indiferente también, porque sé que es mi propio reflejo en ese ángel que se cruza conmigo.
Bendigo al ser que tengo muy cercano por su valentía y arrojo, porque las enseñanzas que nos harán recordar lo que somos son muy profundas y a ninguno de los dos nos dejarán indiferentes porque cumplirán su objetivo si o si.
Bendigo a las personas que me quieren y las quiero porque son un regalo de la vida para disfrutar y recordar lo que somos.
Bendigo a los que no me quieren también porque si su amor no les alcanza para verse reflejados en mi espejo es porque aún no están preparados para mirar dentro de si mismos y eso me anima a bendecir su proceso interno.
Bendigo al alegre porque me contagia su alegría, bendigo al triste porque está nadando en un mar del que sacará rica sabiduría.
Bendigo a la persona que me mueve al enfado porque está zamarreando mis viejas creencias erróneas para que pueda soltarlas y bendecirlas.
Bendigo al que se enfada conmigo porque solo existe el enfado con uno mismo, es decir esa persona y yo somos uno y de ahí solo puede salir un maravilloso y bendecido milagro de comprensión.
Bendigo a todos, me muestren lo que me muestren porque ahí está el aprendizaje que me hará recordar lo que soy, lo que ellos son para para sí mismos y para mi.
Bendigo la experiencia de mi misma que me hace creer que existen otros y que esos otros nos hacen algo, nos niegan algo, nos bendicen o nos insultan, bendigo esa experiencia sin la cual sería imposible el conocimiento de mi misma.
Bendigo mi sabiduría interna cuando se despierta y me mueve a mirar hacía dentro para comprender que todo surge en mi fuente interna, entonces nado en los ríos de la vida y gozo de la consciencia infinita del ser.
¡Namasté!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario