sábado, 28 de julio de 2018

-La oración de los Indios-

 

La oración de los indios






¡Oh gran Padre, gran Espíritu!,

cuya respiración da la vida al mundo.

¡Escúchame!

Padre mío, soy pequeño y débil

Tengo necesidad de Tú sabiduría

y la fuerza de Tú amor paternal.

Pemíteme vivir en la belleza del Universo,

ver el mundo con tus ojos puros.

Permite que mis manos honren toda tu creación

y mis oídos oigan Tú voz.

Enséñame la sabiduría

que comunicas generosamente a Tú gente

 y que se halla difundida en todo,

en cada pétalo y piedra.

Tengo necesidad en la ayuda,

no para hacerme  más fuerte que mi hermano

sino para vencer al único enemigo

que es mi yo viejo.

Y entonces, Padre,

haz que yo pueda llegar a Ti

con las manos puras,

con buena conciencia

y con la mirada franca.

Y cuando la vida se termine

como la puesta de sol,

mi alma regresará a Ti sin verguenza.

-La oración de los Indios-



¡Namasté!!!

sábado, 21 de julio de 2018

¡No estás desconectado del Universo!










EL FORASTERO
Así que te sientes un extraño; esto está bien.
Es un periodo Transitorio. Ahora tienes que estar atento para no llenarte de dolor y sufrimiento.
Tú no necesitas consuelo.
La humanidad ha madurado. 
Sé un hombre, sé una mujer….y párate sobre tus propios pies…
La única forma de estar conectado con la existencia consiste en ir hacía dentro.
Porque allí en el centro tú aún estás conectado.
Tú has sido desconectado físicamente de tu madre.
Esta desconexión era absolutamente necesaria para hacerte un individuo por derecho propio.
Pero tú no estás desconectado del universo.
Tu conexión con el universo se da a través de la conciencia.
Tú no lo puedes ver, así que tienes que ir muy profundo hacía dentro…
con gran atención, observando, siendo un testigo y encontrarás la conexión.
El niño pequeño en esta carta está parado de pie a un lado de la reja, mirando a través de ella.
Es tan pequeño y está tan convencido de que no puede pasar, que es incapaz de ver que la cadena que aguanta la reja no está cerrada.
Todo lo que tiene que hacer es abrirla.
Cuando nos sentimos abandonados o excluidos, esto nos trae el sentimiento de ser un niño pequeño y desamparado.
No es sorprendente, ya que este sentimiento se origina en nuestras experiencias infantiles más tempranas.
El problema consiste en que esta tan profundamente arraigado que suena una y otra vez ,…
como una cinta de cassette en nuestras vidas.
Tú tienes ahora la oportunidad de detener la cinta, de dejar de atormentarte...con ideas de que no vales lo suficiente para ser aceptado e incluido.
Reconoce las raíces de estos sentimientos en el pasado y abandona el viejo dolor.
Esto te traerá claridad para ver cómo podrías abrir la puerta...y entrar hacía aquello que más deseas llegar a ser.
OSHO
¡Namasté!!!

sábado, 14 de julio de 2018

INTEGRACIÓN Y ACEPTACIÓN - EMILIO CARRILLO




INTEGRACIÓN Y ACEPTACIÓN



Con la elevación del grado de consciencia y el avance en los estadios de conciencia se produce, finalmente, la integración en la Unidad. Desde luego, siempre permanecimos en ella. La diferencia es que ahora tomamos consciencia de ello. Hay que insistir en que esta consciencia plena siempre está a nuestro alcance. Pero solemos recorrer múltiples grados de consciencia, en un contexto de individualidad y libre albedrío, hasta adquirir consciencia de Unidad.
Imaginemos por un momento que somos una hoja en un gran árbol: vivimos junto a otras hojas en una ramita que pende, junto a otras ramitas, de una rama mayor que está sujeta a su vez, junto con otras ramas, de uno de los troncos en los que se ha abierto el tronco común del árbol. De manera figurada e inevitablemente insuficiente, podemos representar así sucesivos aumentos del grado de consciencia, cada uno de los cuales se plasmará en estadios de conciencia con sus correspondientes experiencias:

a) Soy una hoja y cuanto me rodea existe para hacerme feliz (grado consciencial muy bajo o egóico).

b) Soy una hoja en una ramita con otras hojas: aspiro a mi felicidad y a la de las demás hojas de la ramita (grado consciencial bajo o de sistema «ramita»
familia).

c) Soy una hoja en una ramita con otras hojas que pende, junto con otras ramitas que tienen otras hojas, de una rama mayor: deseo mi felicidad y la de todas las hojas que están en la rama (grado consciencial medio/bajo o de sistema «rama» comunidad próxima).

d) Soy una hoja en una ramita con otras hojas que pende, junto con otras ramitas que tienen otras hojas, de una rama mayor que, junto con otras ramas con sus respectivas ramitas y hojas, surge de un tronco: quiero ser feliz y que conmigo lo sean todas las hojas, ramitas y ramas que salen
del tronco (grado consciencial medio o de sistema «tronco» sociedad).

e) Soy una hoja en una ramita con otras hojas que pende, junto con otras ramitas que tienen otras hojas, de una rama mayor que, junto con otras ramas con sus respectivas ramitas y hojas, surge de un tronco que, junto a otros troncos con sus ramas, ramitas y hojas, sale del tronco común: ligo
mi felicidad a la de todas las hojas, ramitas, ramas y troncos que tienen una base compartida (grado consciencial medio/alto o de sistema «global» planeta).

f ) Soy una hoja en una ramita con otras hojas que pende, junto con otras ramitas que tienen otras hojas, de una rama mayor que, junto con otras ramas con sus respectivas ramitas y hojas, surge de un tronco que, junto a otros tron-cos con sus ramas, ramitas y hojas, sale del tronco común de un árbol en el que como hoja me integro: mi existencia trasciende de mi como hoja y uno mi felicidad al árbol en su conjunto, con todos sus componentes (grado consciencial alto o de consciencia buscador).

g) No soy una hoja, sino el árbol que se manifiesta y experimenta a sí mismo como hoja (grado consciencial muy alto o de consciencia vidente).

h) Soy el árbol y la vida que le da vida y lo unifica: cualquier suceso que en el árbol acontezca, por ejemplo, un pájaro que se posa en cualquier rama u hoja, me ocurre a mí y lo siento en mí porque soy el árbol y la energía que lo vivifica (grado consciencial pleno o de consciencia de espíritu).

En este último escenario, por fin soy el que soy. Sin ruptura o separación alguna. Ello, lejos de desmerecer mi esencia y existencia, las engrandece: no soy una hoja del árbol, sino el árbol mismo, de cuya vida y esencia participo y en la que me integro. No soy un trazo suelto en un cuadro, sino
todo el cuadro en sí; no soy una ola en el mar, sino el mar como tal; no soy una ínfima porción de la Creación, sino la Creación misma.
Es más, cada incremento de mi grado de consciencia contribuye al aumento de la consciencia de la suma de la que formo parte (la ramita, la rama o el tronco) y, a través de ello, de la Unidad (el árbol). Y cuando elevo la consciencia a su grado más alto o de espíritu, mi toma de consciencia explosiona la consciencia de la Unidad, por lo que, siendo Creación, también soy Creador.
Se acabó la visión fragmentada que tanto gusta al ego y es propia de la tridimensionalidad. Tú, yo, el de allí y el de acá somos Uno y somos Dios. Este estado de consciencia genera en nuestro interior un agudo sentimiento de integración y enamoramiento: nos sentimos completamente enamorados
de la Unidad Divina, del Ser Uno. Los primeros Padres de la Iglesia llamaron a esto «endiosamiento», señalado por San Basilio como meta máxima que «conlleva el don de la gracia, alegría interminable, permanencia en Dios». En este grado de consciencia la persona siente su ser repleto de quietud y movimiento, que no son antagónicos, sino complemen-
tarios. Y si seguimos encarnados en el plano humano será para apoyar a los buscadores, poniendo a su servicio lo úni-co que en verdad somos: Amor.
Emilio Carrillo
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