Hablamos
de ti y de mí: estamos en acto de servicio por Amor
Llegados
a este punto, conviene traer aquí unas espléndidas reflexiones de
Félix Gracia —Hijos de la luz: un pacto de amor— que vienen como
anillo al dedo a propósito de lo hasta aquí sintetizado y su
aplicación al ser humano y nuestra condición de «buscadores».
Porque los hechos narrados han sucedido siempre y están sucediendo
ahora. No hablamos, pues, de éste o de aquél, sino de ti y de mí,
de nosotros. De nuestro Espíritu, inmanente y subyacente en la
tierra siendo su hogar el cielo. El grito desgarrado que pide salir
de las tinieblas no es un eco traído por el tiempo, sino el de tu
garganta y la mía. No evocamos la historia ni hablamos de teorías,
sino de la lectura viva de nuestra alma. Somos lo que se ha reflejado
en las páginas anteriores: ¡Hijos de la Luz!,
Espíritus puros
unidos al Padre; hechos de su misma Esencia, eternos. Somos uno con
Dios y, por lo tanto, Dios. Sin tiempo ni límite. ¿Cómo podría
perderse una criatura de tan elevado rango?.
No,
no nos hemos perdido; ni estamos exiliados. Caminamos por el mundo
para que el mundo —la materia, la carne— resucite. Nadie nos ha
obligado, pues esa era nuestra voluntad y nuestro destino. Nos
hicimos uno con la Ley para que la Ley se cumpliera. Y lo hicimos, no
desde la ruptura, sino desde la unión con Dios. Por eso, aquella
voluntad no fue la nuestra, sino la de Él, la Voluntad, la única.
Este es nuestro pacto de amor. Ni nos hemos extraviado ni andamos
solos, aunque milenios de ignorancia nos hayan hecho creer lo
contrario. Si el Hijo que emprendió ese camino era uno con Dios,
también Él ha descendido «ad ínferos».
Que
callen todas las voces y cesen las músicas todas. Que todo pare un
instante y que se detenga el mundo. Silencio, para que puedas oír
dentro de ti. Para que escuches en ti las palabras anteriores. Para
que sientas que, más allá de dogmas y creencias, ésta es la verdad
que sale del corazón: ¡Dios y el ser humano jamás han dejado de
ser Uno!.
No estamos, pues, condenados, sino en acto de servicio para
expandir nuestra consciencia desde la tridimensionalidad, provocando,
así, pequeños «big-bangs» que extienden los efectos del principal
e impulsan la expansión de la Consciencia de la Unidad.
Emilio
Carrillo
Buscadores.
Gracias Emilio, recibe esta rosa como símbolo de mi gratitud.
Namaste.
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