¡CONÉCTATE, LA VIDA ES UN PLACER!
Ya
hemos abordado el tema de conectarnos con nosotros mismos como una
forma de encontrar el verdadero amor, ese sin dependencias, y que nos
lleva a tocar aquellos espacios sublimes y esenciales que son nuestro
origen; pero esta vez mi interés de hablar de la conexión está
ligado al mundo que nos rodea, visto como un espacio que también nos
permite alcanzar esos estados de recuerdo del Amor original y de la
paz interna tan añorada.
Partamos
de la base de que todo aquello que vemos a nuestro alrededor, de que
todo lo que nos pasa en la vida, aparentemente positivo o
aparentemente negativo, es el resultado de nuestras decisiones que
nacen de creencias y de la perspectiva que tengamos ante la vida.
Somos lo que creemos ser, lo que se nos inculcó y lo que quisimos
asumir como verdadero; pero lejos de querer caer en la víctima,
estado en el que sentimos que tuvimos una vida tan dolorosa, tan
triste o alejada de la Luz , y que por eso no podemos ver la
hermosura de la vida, el objetivo es poder comprender que, por
ejemplo, todo aquello que se nos transmitió sobre la vida es
transformable desde el mismo momento en que decidamos cambiar nuestro
punto de visión y percibir de otra manera las cosas. Nos es fácil
seguir creyendo que somos limitados en ciertas áreas de la vida, o
que hay que luchar y sufrir para alcanzar la abundancia, o que
producto de que nuestros padres fueron de tal o cual manera con
nosotros, no somos capaces de transformar nuestra relación con el
mundo o con los demás, o que siempre dejaremos que pasen por encima
nuestro o que no somos capaces de poner límites, o tal vez, seguir
reproduciendo una dinámica de agresión que hayamos vivido en la
infancia…, en definitiva, nos es fácil caer en el sentimiento de
que las cosas externas son inmutables y que nosotros somos esclavos
de ellas.
Sin embargo, de a poco podremos ir comprendiendo que la vida la creamos nosotros mismos, para después llevar esa comprensión a un terreno más experiencial, un terreno cotidiano donde la acción nos revele la Verdad oculta en las cosas y en las situaciones que vivimos día a día. Es decir, comprenderemos la vida al revés de cómo hemos venido haciéndolo, viviendo primero y luego racionalizando o codificando una propia forma de crear la vida.
Sin embargo, de a poco podremos ir comprendiendo que la vida la creamos nosotros mismos, para después llevar esa comprensión a un terreno más experiencial, un terreno cotidiano donde la acción nos revele la Verdad oculta en las cosas y en las situaciones que vivimos día a día. Es decir, comprenderemos la vida al revés de cómo hemos venido haciéndolo, viviendo primero y luego racionalizando o codificando una propia forma de crear la vida.
Y
es justamente el autoamor del que les hablé en el texto anterior, el
que nos permitirá perder toda pre-concepción del mundo o todo
prejuicio sobre tal o cual cosa. Al amarte, al conectarte contigo
mismo, lograrás la paz que no te permitirá poner conflictos fuera
tuyo. Podrás sentientender que todo lo que ves afuera nace del
estado interno que tú tengas. Es así que llegaremos a disfrutar y a
amar todo lo que la vida nos ofrece, y digo todo, sin ninguna
excepción…, incluso amar a quien crees que te está dañando,
porque si cualquier acto de otra persona llega a dañarte es porque
ese acto te llevó a sentir y a tocar un dolor en tu interior que
probablemente tenías oculto o que pensabas estaba superado…, pero
que ahora vuelves a verlo para abordarlo en otro nivel, más profundo
y tal vez definitivo. Hablo de traer la atención primero hacia ti
mismo para desde allí mirar el mundo, con una mirada responsable,
haciéndote cargo de tu creación más allá de tu nariz.
Viviendo
la vida sin miedo (se puede complementar con el texto anterior que
trata los miedos) podrás entregarte a las experiencias en el ahora,
en el presente, sin necesitar recordar o proyectar en el futuro las
consecuencias de tus actos. Y, ¡oh paradoja! habiendo mayor disfrute
y aceptación de tu ahora presente, irás creando y conectando con
las posibilidades futuras más hermosas, ya que la felicidad actual
te instalará desde ya en un futuro feliz; mientras que con mayor
control quieras enfrentar el futuro, te conectarás con el miedo, por
ejemplo, a que ese futuro no sea abundante y tranquilo, y ese control
nace de la tensión actual, así que traerá tensión en el futuro.
*
* *
Yo
le hablo a quien aún se siente limitado, a quien sienta que todo lo
que he dicho es una utopía, a quien siempre ha sentido que es el
último de la lista, a quien siente que no merece las más grandes
bendiciones de amor universal, a quien sienta que le cuesta amarse,
te hablo a ti, porque en ti está el más grande potencial de
trascendencia del dolor y del drama…, a mayor miedo, el potencial
de confianza es igual de mayor; mientras más abajo te sientas, más
alto podrás llegar. ¿Por qué? Porque te atreviste a verte en lo
más profundo de este juego, y en esa valentía no entra cualquiera,
sólo entra un Ser que conoce en su interior la forma de salir de
esta aparente esclavitud de la ilusión.
¡Y
en este juego el error vale oro! Aunque a larga comprenderás que el
error no existe como una experiencia negativa, sino como un pizarrón
de escuela, tú propia escuela, la que tú creaste para tu propio
viaje. El hecho de estar situado en la visión de que todo en ti es
posible, abre la puerta a ver que en el mundo también todo es
posible…, como por ejemplo, que es posible disfrutar de todo lo que
has querido vivir, y ojo, he dicho TODO. La pena, el dolor, la
pérdida, el abandono, así como la felicidad, la euforia, la paz,
todo es disfrutable en este juego de energías que de a poco
recordarás como mover a voluntad. La energía ES y ya está, no hay
bueno ni malo, ni víctima ni victimario, sólo un movimiento de
posibilidades que puedes amasar en conciencia plena. Para eso, debes
conectarte primero contigo mismo para después conectar con tu
creación, es decir, con el mundo que te rodea.
La
ciudad y el potencial de la materia
Entonces ¿qué nos queda? DISFRUTAR, ya que el disfrute nos llevará a trascender el miedo a experimentar la vida. Disfrutar del placer de vivir, porque la vida es un placer, es un gozo permanente si así quieres que sea. Y ya no se trata de que estés en un determinado lugar que te permita sentirte pleno, porque ya no habrá dependencia de lo externo para lograr paz, sino que transformarás todo lo que te rodea en una bella experiencia de vida. Tu interior estará en luz, paz y armonía, entonces sólo proyectarás eso y nada más que eso. ¿Lo sentientiendes? Abre tu corazón para leer estas palabras.
Como
compartimos en el primer texto, nuestra vida es en la Tierra, y en
ella se vive en la forma, en la materia, en lo físico. Nuestros
cuerpos son físicos y nosotros quisimos vivirlo así, entonces,
¿para qué arrancar de ello? ¿Para qué seguir buscando en lo
intangible el recuerdo de nuestra esencia? Y no digo que meditando, o
haciendo yoga o haciendo cualquier otra práctica que nutre al
espíritu, no se logre conectar con nuestro origen, sino que pretendo
que ampliemos nuestro campo de acción para conectar con la vida
material donde existen los mismos potenciales de recuerdo de nuestro
Hogar original.
La
amplitud del espíritu la podemos sentir en la ciudad que hoy
habitamos, en sus calles, en el cemento, en las luces artificiales,
etc., ya que todo eso es una prolongación de nuestra conciencia, sea
ampliada o no ampliada, porque ya no estarás buscando cambiar nada,
porque habrás dejado de luchar contigo mismo y por consiguiente con
tu entorno. ¡Como es adentro es afuera! Como sientas en tu interior
crearás tus experiencias afuera, al punto incluso en que lograrás
romper con los límites entre interno y externo al comprender que no
hay diferencias entre ellos.
La
vida es un placer, queridos amigos. Y para lograr trascender la
aparente dificultad de vivirla se nos hace necesario conectar con
ella en su totalidad. Otra maravillosa paradoja: para trascender la
ilusión de la forma debes amarla y penetrarla profundamente (y
después ni siquiera querrás trascenderla, porque en ella también
verás a Dios). Pero ya no en la ceguera, sino en la conciencia de
que esa ilusión la creaste tú mismo. Entonces, entras en ella, la
abrazas y la amasas, la besas, con miedo o sin él, porque el miedo
tampoco es malo, es una señal de que algo no estás comprendiendo,
eso es todo, y que al comprender de dónde nace ese miedo puedes
danzar con él para seguir disfrutando del Todo lo que Es. A la
larga, la necesidad de luchar con algo o de escapar de algo es un
indicador de que algo no estás amando en ti, entonces tú mismo te
ofreces en la materialidad, en tu vida cotidiana, todas las formas
que te puedan servir para amigarte contigo mismo, y por ende
proyectar esa nueva amistad en el mundo.
La
ciudad (o cualquier lugar en el que te cueste vivir) tiene todo el
potencial para alcanzar el espíritu luminoso que eres. El cemento
también refleja al sol, y también nos entrega el olor de la lluvia;
nos cobija… ¿y cómo puede no ser sagrada si nosotros la creamos?
Ella, la ciudad, alberga todo lo que más conocemos; alberga a
nuestros seres queridos, alberga nuestros trabajos, alberga el
cafecito de la esquina que nos permite unos minutos de descanso,
alberga los autos que nos transportan, alberga los parques y las
formas que nos dicen a cada rato que estamos vivos. Y alberga también
a quien nos provocó algún dolor, a nuestro jefe que no nos da
respiro en el trabajo, al conductor que no nos da el paso en la
esquina o que toca la bocina de su auto como si en un segundo de
atraso se le fuera la vida. Pero en nosotros está la capacidad de
leer en ellos el Amor del Universo, porque todo lo aparentemente
negativo es una oportunidad sagrada de conectar con nosotros mismos
¿Por qué seguir luchando con la ciudad o con lo físico, si estando
en el amor recordaremos lo que somos en Verdad?, donde sea que nos
encontremos. Amemos todo lo que nos rodea, incluso amemos nuestra
incapacidad de amar, porque en esa conciencia, en esa aceptación de
nuestro ritmo de vida, está la apertura hacia el amor que nos
llevará a disfrutar la vida terrenal como la más placentero del
Universo, que por lo demás, Así Es.
Disfruta
del sabor de un helado, disfruta del café amargo, disfruta de tu
sexualidad, disfruta de los trayectos en un taco automovilístico,
disfruta de la música, porque en todo ello estás tú mismo…, y
ese disfrute de ti mismo es la puerta para recordar lo que Es Ser
Dios.
Te
deseo paciencia, autoamor, aceptación, confianza, presencia, calma y
mucho disfrute de la vida.
AUTOMAESTRIA
Roberto
Cabrera Olea